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EL PROYECTO H.M. HABBAKUK
La construcción del barco de hielo

Europa se encuentra sumido en una profunda Guerra Mundial, los nazis con sus U-Boats dominan el océano Atlántico y las fuerzas aliadas desesperadas buscan una solución que ponga freno a la peligrosa maquinaria bélica del tercer Reich. Con presupuestos casi infinitos, los ingenieros se frotan las manos aportando nuevas maquinas de combate que permitan dar un giro de exponencial a la actual situación bélica. En este panorama nace uno de los proyectos más ambiciosos para algunos e igual de absurdo para otros.

El Portaviones de Hielo

El proyecto Habbakuk nació por la necesidad imperiosa de encontrar aquello que les faltaba a los aliados para paralizar la avanzada tecnología de Hitler y la cada vez más creciente amenaza de los japoneses. Churchill escuchaba todo tipo de propuestas y se enamoro de una de ellas, quizás la más descabellada, pero también la más creativa y ambiciosa, la creación de un inmenso buque de guerra construido a partir de un material tan sencillo como el hielo. La solución se planteaba como una opción ideal de cara a la falta de acero en toda Europa que impedía la construcción de nueva maquinaria moderna.

El ideólogo de tan brillante concepto no era otro que Geoffrey Pyke, un hombre de mente lúcida pero de aspecto algo perturbado y desaliñado. Tenía aspecto de no bañarse o peinarse en días, una barba descuidada y curiosamente nunca usaba calcetines. Pyke ya era un personaje conocido durante la primera Guerra Mundial cuando protagonizó una de las fugas mas celebres de la cárcel de Ruhleben en Alemania. Siempre destacó como pedagogo, comerciante, espía y como no, como inventor. Sus inventos no eran para nada convencionales y probablemente fuera uno de los primeros precursores de lo que en el futuro sería el radar, cuando ideo un sistema de micrófonos elevados por globos para localizar por triangulación aviones enemigos. Tal fue su ingenio y tan desconocida su vida, que incluso España fue uno de los países para los que más activo trabajo ideando artefactos que mejoraran las condiciones de los combatientes durante la Guerra Civil Española (ver recuadro).

Cuando Churchill recibió la idea de Geoffrey Pyke, sabía de antemano que a pesar de que las ideas de Pyke pudieran parecer descabelladas, el fin último podría ser un autentico triunfo. La causa no era otra que conocer ya anteriormente a Pyke por otro proyecto que finalmente se acabo vendiendo a los Estados Unidos. Se trataba del Proyecto Plough, un pequeño transporte utilizado para desplazarse por la nieve que los americanos acabaron convirtiendo en el famoso M29, más conocido como “La Comadreja”. Por lo tanto, escuchar de los labios del inventor que era posible la construcción de un buque de guerra con hielo, se le antojaba una idea sensacional y sobretodo barata.

Se le dió carta blanca a Geoffrey Pyke y comenzó sus investigaciones en un almacén de carne de un mercado londinense, el “Smithfield Meat Market” donde existía un enorme frigorífico con el que experimentar. Para sus investigaciones contrataron a dos eminencias científicas.

El Pykrete

Uno de estas eminencias fue Max Ferndinand Perutz, un biólogo molecular que en 1962 acabaría obteniendo el Premio Nobel de Química. El primer objetivo de los investigadores era mejorar las propiedades del hielo para convertirlo en un material altamente resistente y fácil de reparar, algo indispensable para poder soportar los impactos del fuego enemigo. Para este trabajo se cree que también se contó con la colaboración del que sería el padre de los polímeros Herman F. Mark. Estas mentes privilegiadas comenzaron a estudiar las propiedades del hielo y se les ocurrió que una buena manera de mejorar el hielo sería mezclarlo con pulpa de madera. La idea no pudo ser más innovadora y al poco tiempo obtuvieron un material extremadamente sencillo y resistente al que denominaron “Pykrete”, una mezcla de palabras que hacía referencia a Geoffrey Pyke y a “concrete”, la palabra inglesa para referirse al hormigón, lo que resulto muy acertado, pues para hacernos una idea de la resistencia del nuevo material salve decir que el punto de rotura del hormigón es de 21 mega pascales, mientras que el del “Pykrete” podía oscilar según su composición entre los 15 y los 25 mega pascales.

Salvado el problema de la resistencia, el único bache que debía sortear el material eran los relacionados con su flotabilidad, ya que a pesar de que el compuesto no presentaba problemas para flotar por sí mismo, Perutz advirtió que las corrientes lentas de hielo producen un fenómeno conocido como “flujo plástico” que podrían provocar el hundimiento lento de un barco hecho a base de “pykrete” si la temperatura del material no se mantenía en -16ºC, para lo cual, la superficie del barco debería ser aislada y contener además un equipo de refrigeración y un complicado sistema de conductos. Para Pike, todos estos problemas eran vadeables y se solucionarían en el proceso de construcción.

Con estas alentadoras noticias y tras pocas semanas de investigación, Geoffrey Pyke cogió su nuevo material y corrió a presentarle las buenas nuevas a los altos cargos del ejército aliado. Sobre cómo se dio a conocer el “Pykrete” existen en la historia muchas leyendas. Una afirma que tras ser entregado el material a Lord Louis Mountbatten, Jefe de Operaciones Combinadas del Reino Unido, este presuroso y entusiasmado corrió a la residencia del líder británico W. Churchill para enseñárselo, encontrando a este en los servicios tomando un baño de agua caliente, al cual Mountbatten arrojo el cubo de “Pykrete” demostrando que el mismo además de ser duro y flotar, tampoco se derretía. Otra por el contrario enaltecía el poder de resistencia del material y afirma que fue presentado durante una reunión en la que Mountbatten disparo sobre el “Pykrete” rebotando la bala y perforando el pantalón del Almirante Ernest King. Sea como fuere, lo que está claro es que el material sorprendió a los jefes de estado, almirantes o primeros ministros de las fuerza aliadas, aprobando un presupuesto considerable para lo avanzado de la guerra y por los escasos medios económicos del momento, eso sí, el presupuesto por ahora sólo incluía la construcción de un prototipo de reducidas dimensiones que probara la viabilidad del proyecto.

Una Casa de Hielo en el Lago Patricia

Con la colaboración Canadiense, se comenzó a construir el prototipo en un lago de difícil acceso, el Lago Patricia. El lago se encontraba en el Parque Nacional de Jasper, un lugar lo suficientemente aislado como para ocultar el prototipo de dieciocho metros por nueve y un peso aproximado de 1.000 toneladas que se mantendría refrigerado por un motor de una caballo de fuerza.

Los bloques de hielo se trasladaban desde el Lago Louise, Alberta, y para el trabajo se contrato a varios hombre de origen canadiense que no tenían ni idea de lo que estaban construyendo, tan extraño les parecía aquello que lo bautizaron como el Arca de Noe. Los trabajadores construyeron una gigantesca base que descansaba sobre la superficie del lago. Sobre ella construyeron lo que sería el armazón del prototipo que luego se cubriría de bloques de hielo “pykrete” que Perutz había mejorado en Londres llegando a la conclusión de que la fórmula idónea se componía de un 14% de pulpa de madera y un 86% de agua. Las juntas se cerraban con una especie de alquitrán para mantener la estanqueidad de aquel enorme cubo helado.

Si el prototipo funcionaba, se esperaba que los Canadienses acabaran el encargo del buque para 1944, para lo que necesitarían 300.000 toneladas de pulpa de madera, 25.000 toneladas de tableros de fibra  aislante, 35.000 toneladas de madera y 10.000 toneladas de acero. Con todo, y a pesar de la facilidad de poder obtener los materiales, el principal escollo seguía siendo el problema del “flujo plástico”, algo que seguía sin solventarse y que amenazaba con elevar el coste del proyecto a cantidades que no se preveían para un prototipo “supuestamente” muy barato. Este punto desfavorable parecía no preocupar a Pyke, el cual tras ver el prototipo finalmente acabado y comprobar la viabilidad del proyecto se sentía extremadamente eufórico, una euforia que no le duraría mucho.

Las complicaciones del proyecto hicieron que los canadienses aseguraran que el proyecto no estaría acabado para 1944, y además proclamaron que se necesitaría más acero para la construcción y por tanto los costes se verían cuantiosamente incrementados. Ante tantos problemas, británicos y canadienses, decidieron presentar el prototipo a los Estados Unidos para que colaboraran en el proyecto algo que aceptaron con una única condición irreversible y primordial, la expulsión de Geoffrey Pyke del proyecto. No era un secreto que las relaciones de Pyke con el estado americano no eran buenas tras las reyertas surgidas con un anterior proyecto de Pyke con los estadounidenses, el Proyecto Plough. De esta manera tan radical, el ideólogo de tan arriesgado proyecto se vio desvinculado totalmente del mismo. Este desgraciado suceso, según afirman algunos, fue la gota que colmó el vaso de la cordura de Pyke, provocando que este se suicidara poco tiempo después.

Reunión del Estado Mayor

Sin Pyke, pero con Perutz en el proyecto, los Jefes del Estado Mayor se reunión en Agosto de 1943 para discutir las propiedades del futuro e innovador barco. Con la incorporación de los Estados Unidos, el proyecto se vio modificado  y se volvía cada vez más ambicioso. Se quería que el barco tuviera el rango de unos 11.000 kilómetros y que fuera capaz de soportar las embestidas de las olas más grandes conocidas. El almirantazgo  solicitó que el barco fuera a prueba de torpedos, para lo que el casco tendría que tener unos 12 metros de espesor. Por si esto fuera poco, la capacidad de transporte del Habbakuk tendría que ser digna de una fortaleza flotante. Debería de poder transportar toda una flota aérea de bombarderos que pudieran despegar y aterrizar del mismo, lo que requeriría una pista de aterrizaje de más 600 metros de longitud. Este diseño se conocería como Habbakuk II, siendo la primera versión la ideada por G. Pyke, construida a base de madera.

En cuanto a armamento, el Habbakuk II incluiría 40 cañones dobles de 4,5”, torretas de combate y decenas de cañones antiaéreos. Para mover la fortaleza se harían necesarios turbogeneradores de vapor con una potencia de 33.000 CV que suministraran energía suficiente a los 26 motores eléctricos que se montarían en el exterior del barco para evitar el calor desprendido por los mismos. Uno de los problemas que nunca se solucionaron eran los relacionados con la dirección del buque. Se preveía que el barco pudiera girar variando la fuerza de los motores instalados en sus laterales, pero la Royal Navy, dejó claro que era necesario la inclusión de un timón en el navío, algo que en una embarcación con una altura propuesta de 30 metros se hacía extremadamente complicado sino imposible.

El proyecto se tornaba cada vez más complicado, lo cual impedía el inicio del proyecto final, y mientras tanto, la guerra mantenía su ritmo acelerado desencadenando acontecimientos que perjudicarían al portaviones de hielo. Hacía finales de 1943, Portugal había autorizado a los aviones aliados, el uso de los aeropuertos de las Azores, lo que permitió que los temibles submarinos nazis fueran cazados con mayor facilidad en el Atlántico, lo que a su vez permitió que la brecha atlántica fuera fácilmente quebrada.

La muerte del Proyecto Habbakuk

La no conclusión del Proyecto Habbakuk, fue una muerte anunciada. Con la solución de la batalla del Atlántico, el propósito final del proyecto  se hacía  cada vez más innecesario, lo cual unido a las fervientes criticas de altos mandatarios como Sir Charles Goodeve, controlador de Investigación y Desarrollo del Almirantazgo durante la Segunda Guerra Mundial, dejaron claro que el Proyecto Habbakuk, “hacia aguas” por todos lados. Goodeve aseguro “cínicamente” que la cantidad tan enorme de madera necesaria para construir el barco afectaría a la producción de papel.

Lo irónico del caso es que un barco que se pretendía de hielo para reducir los costes y sustituir al caro acero, necesitaría mucho más de este último material de lo que se podía imaginar. Kilómetros de tuberías de acero para refrigerar el barco, la construcción de las centrales eléctricas y sus motores, e incluso la construcción de una enorme fabrica-congelador para producir el “pykrete” requeriría toneladas y toneladas de acero. Esto hecho, unido a la aparición de un proyecto mucho más importante para el ejército estadounidense, el “Proyecto Manhattan” hicieron que poco a poco el portaviones de hielo se fuera diluyendo en el olvido.

Con Mountbatten, uno de los principales defensores del proyecto, finalmente fuera del mismo, la Junta para el desarrollo del Habbakuk se reunió por última vez en diciembre de 1943 llegando a la siguiente conclusión escrita que dilapidaba el proyecto antes de su nacimiento: “El gran Habbakuk II de Pykrete ha resultado ser poco práctico debido a la enorme producción de los recursos necesarios, lo que además se une a las enormes dificultades técnicas que entraña”.

Decenas de planos, cientos de hojas con apuntes técnicos y trazos de ingenieros, un nuevo material “el pykrete” al cual después de tantas décadas, aun no se la ha descubierto una posible utilidad, son el legado de un innovador y elocuente proyecto que brillo más por su originalidad que por su propia utilidad. Con la suspensión del proyecto, aquel primer prototipo construido en el Lago Patricia permaneció intacto durante todo un año tras lo cual se derritió, hundiéndose su esqueleto en el fondo del lago, donde permanece maltrecho por el paso del tiempo. En los años 90, un grupo de buceadores realizando un documental sobre el barco de hielo, dio con sus restos, colocándose en el borde del lago una placa conmemorativa recordando el lugar donde se gesto quizás, uno de los ingenios más extravagantes de la Segunda Guerra Mundial.

David Heylen Campos

OTROS DATOS

El Profeta Habacuc

Curiosamente el nombre del proyecto estaba directamente relacionado con uno de los 12 profetas menores de la Biblia Hebrea, el profeta Habacuc. Se cree que este profeta escribio sus textos hacia finales del siglo septimo antes de Cristo, los cuales se dividen en tres capitulos, dos de los cuales, el primero y el segundo se encuentran entre los Rollos del Mar Muerto. Estos capitulos son un diálogo entre el Señor y el profeta en los que el tema central se reafirma en la frase “el justo vivirá por su fé”, un pensamiento que será crucial en la doctrina cristiana.

Es posible que Pyke escogiera a conciencia el nombre de su mastodontico proyecto puesto que el tema principal de los libros del profeta Habacuc reflejan el paso de una fe por la perplejidad y la duda a una fe absoluta en Dios, lo que podria identificar su portaviones de hielo, uno que ofrecía las mismas dosis de perpleidad y dudas, pero en el que Pyke y otros lideres mundiales abrazaron su fe y su presupuesto sin complejos.

Ingenios de la Guerra Civil Española

Pocos conoceran o recordaran el “diminuto” legado de Geoffrey Pyke a los combatientes de la Guerra Civil Española. No era un secreto las miserias en las que vivia el país, por lo que Pyke ideo metodos economicos con los que ayudar en la campaña. Una de las necesidades eran las ambulancias. Pyke ideo la construcción de una especie de ambulancia sidecar para transportar heridos y material médico a las tropas. Las motocicletas fueron cedidas por los americanos, en su mayoria Harleys Davidson de segunda mano. Pyke tambien ayudo a la fabricación de colchones para el gobierno español la construcción de arados para ser tirados por caballos, asi como herramientas manuales para el trabajo de los campesinos, todo ello bajo el auspicio de la británica “Voluntary Industrial Aid”.

David Heylen Campos

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