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Como no podía ser de otra manera, la inconmensurable coordillera de Los Apalaches, en el este de Norteamérica, es un rico vivero para el misterio, un acumulador de mitos y leyendas de todo tipo, así como el escenario en el que podrían habitar algunos cryptidos. Dentro de esa criptofauna, o más bien en este caso parafauna, los investigadores han establecido la categoría o concepto de White Thing, las “cosas blancas”, etiqueta que describe tanto su color predominante como la dificultad para describir con precisión lo que son. En parte, viendo la forma en la que aparecen, su comportamiento y aspecto más habitual como grandes perros, en Canarias no es difícil conectarlos con nuestros TIBICENAS, las criaturas que en las creencias de nuestros ancestros prehispánicos encarnaban lo maligno, lo perjudicial. La gran diferencia entre WHITE THING y TIBICENAS es el color, las primeras son blancas y las nuestras negras…un detalle sin importancia.

En esencia los White Thing son criaturas misteriosas y enigmáticas, con tintes sobrenaturales como su habilidad para desaparecer instantáneamente o no dejar huellas, que forman parte del antiguo folclore de los Apalaches. Estas entidades, a las que también se las denomina “White Devils” o “Devil Dogs”, han sido avistadas en diversas formas y tamaños, aunque siempre con una característica común, su pelaje blanco. Otro nombre que se usa con frecuencia en Virginia Occidental es el Sheepsquatch, aunque no está claro que se trate exactamente de lo mismo. El aspecto de gran can amenazante es el predominante, pero también se le describe erguido, como un homínido, lo que nos recuerda al Irguam, la versión en La Gomera de los tibicenas, descritos como criaturas bípedas y de gran pelaje.

Es al minero croata Frank Kozul a quien debemos una de las primeras menciones documentadas, fechada en julio de 1929. Kozul afirmó haber sido atacado por una criatura de pelaje blanco del tamaño de un perro grande, de dientes muy afilados y cola tupida. Curiosamente, el minero no sufrió daño alguno. Al igual que sucede con nuestros tibicenas, más allá se los casos antiguos, los encuentros llegan hasta nuestros días. Tal es así que en julio de 2004, en el condado de Breckinridge, Kentucky, dos cazadores que respondían a los nombres de Dakota Cheeks y Ricky Joyce, encontraron a uno de sus perros muerto en extrñas circunstancias. Al día siguiente contemplaron una figura voluminosa con pelaje blanco y garras largas que los persiguió. 

¿Estamos ante una variante del mítico Bigfoot, pero con pelaje blanco? ¿Tal vez sólo confusiones con fauna convencional provocada por la sugestión, el miedo o el desconocimiento del entorno? Los más atrevidos dirían que son manifestaciones sobrenaturales o entidades interdimensionales, propuesta que rechazaríamos de pleno de no ser por el hecho de que en Canarias tenemos un fenómeno similar, donde las criaturas siguen el mismo patrón y los testigos, muchos de ellos informantes directos nuestros, son precisos y creíbles.

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