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El conocido castillo de Los Realejos es una llamativa construcción situada al margen de la autopista del norte de Tenerife (TF-5), a la altura de la salida de esta vía para acceder al citado municipio. No cuesta trabajo localizarlo, y no pasa desapercibido debido a la majestuosidad de su arquitectura. Las cuatro torres que coronan esta edificación, construida a finales del siglo XIX, le confieren un aspecto de fortaleza medieval. Enseguida, uno podría pensar que allí tuvieron que ocurrir mil historias. Una de esas historias nos llevó hasta allí. Una que tenía que ver con un misterioso personaje que habría residido en aquella edificación durante los años de la Segunda Guerra Mundial.
Unos meses antes, había tenido ocasión de hablar con Antonio Maestre, quien fue uno de los herederos del castillo. Me contó que su familia lo había alquilado a un militar alemán a principios de los años 40 del pasado siglo. Para Maestre había varios detalles que le llevaban a pensar que aquel inquilino llevaba a cabo actividades un tanto sospechosas. Para empezar, según recuerdan algunos vecinos de la época, era un hombre que se dejaba ver poco. Sin embargo, tenía muchas  visitas. Pero la circunstancia que habría sido verdaderamente reveladora la protagonizó un primo  suyo. Por lo visto, “desde la zona de las plataneras se puede acceder al interior del castillo a través de una puerta secreta. Es una especie de trampilla”. Cuando entró al inmueble, pudo ver multitud  de aparatos de radio así como varias antenas. ¿Desempeñaría el súbdito alemán labores de espionaje para los nazis?
 
Aparatos de radio y antenas en el hall
Cierto día nos dirigimos al castillo, a curiosear, sacar algunas fotos y, si surgía la ocasión, de hablar con alguien. Y logramos dar casualmente con quien mejor podía asesorarnos, su actual propietario,  Jorge Bingel. Bingel, de origen alemán, compró esta construcción en el año 2000. Actualmente, lo dedica a organizar eventos, comidas, etc. También hay un pequeño museo dedicado a la historia canaria.
Bingel, al igual que nosotros inicialmente, sospechaba que quizás la historia del militar alemán se  debiera a una leyenda, como tantas tras que hay en las islas sobre casas de nazis. De hecho, llegó a relacionar este rumor a una confusión con los experimentos de Wolfgang Köhler en la Casa Amarilla (Puerto de la Cruz). De Köhler se dijo que sus ensayos de psicología con primates escondían una  intensa labor espionaje durante la Primera Guerra Mundial. Quizás, la proximidad geográfica con Los Realejos podría haber propiciado el error. Pero no, en el castillo vivió un súbdito alemán, me confirmó Bingel, aunque él no pensaba (por lo menos en ese momento) que realizara labores de  espionaje.
Me dejó copia de los documentos de propiedad del castillo para seguir ahondando en esta historia, pero fue el propio Bingel el que, picado por la curiosidad, buscó hasta dar con una pista: la identidad de un alemán que alquiló la casa “desde una  fecha indefinida hasta la segunda Guerra Mundial”. Su  nombre: Wilhem Von Weilkman. No había nada más sobre este personaje entre los papeles del  castillo. Tan solo las pistas que pudiese arrojar Google.
Así, según averiguó el actual propietario del inmueble, sobre este nombre asociado al término “Tenerife” el buscador solo arrojó un resultado interesante. Una referencia en un libro, Terra Incognitae, del historiador alemán Richard Henning. En la
obra se cita hasta en tres ocasiones a un doctor Von Weilkman, que fue consejero del gobierno alemán y que vivió en Tenerife. Hennig apenas da unos retazos sobre el personaje, aunque indica que fue un estudioso de la cultura canaria.
Además, hay un detalle muy significativo. El libro incluye un dibujo de un guanche en Los Realejos  Alto fechado en 1937. No hemos podido encontrar más información sobre Weilkman más allá de lo indicado escuetamente en este libro. En cualquier caso, se hace difícil pensar que en torno al año 1937 debieran residir muchos Weilkman en la zona de Los Realejos, lo que nos lleva a pensar que seguramente éste fué el inquilino del castillo.
También cabe destacar la posibilidad de que, de haberse instalado en Tenerife, no tuviese nada que  ver con labores de espionaje. En una consulta al experto Juan José Díaz Benítez, historiador y  profesor en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, me comentó o siguiente: “He revisado la documentación alemana y española que tengo sobre la presencia alemana en Canarias durante la  Segunda Guerra Mundial, pero no he encontrado nada sobre Wilfred von Weickhmann. La mayoría de las personas que trabajaban para el espionaje alemán en Canarias y en el resto de España eran
civiles, incluidos los operadores de radio, por lo que no era necesario enviar un militar al archipiélago para realizar este cometido”. Es decir, posiblemente era un civil que ocasionalmente ejerciera labores de espionaje. Aunque también cabe la posibilidad de que, tal y como apostilla Díaz, su presencia  estuviese “posiblemente relacionada con los viajes de exploración alemanes realizados en el archipiélago durante esos años”.
 

El monocordio de Pitagorás

Para terminar de rizar el rizo, otra intriga más se suma a esta historia. Durante mi entrevista a Antonio Maestre, en varias ocasiones se quejó con pesar del disgusto que le produjo en su momento a la familia que, una vez el alemán desalojó la casa, hubiesen desaparecido bastantes muebles, algunos de gran valor. Uno de esos preciados objetos habría sido un órgano o piano.

Al interrogar a Jorge Bingel sobre este suceso, apunta que, efectivamente, hubo en esa época un órgano basado en un sistema de Pitágoras. ¡Un exclusivo modelo del cual solo existen tres ejemplares en todo el mundo! No disponemos de más documentación sobre la existencia de este preciado objeto en el castillo. Haciendo labores de documentación, hemos podido saber que el filósofo y matemático griego tuvo una gran inquietud con la música, y a él precisamente se le atribuye el actual sistema de notas musicales. En sus investigaciones empleó un órgano musical muy rústico que empleaba una cuerda y al que se le conoce como monocordio.

¿Qué fue de ese instrumento? ¿Se lo llevó Weilkmann tras abandonar el castillo? ¿Sigue en la isla?
Sería un buen punto de partida para quien se anime a esclarecer su paradero.

Breve cronología del castillo de Los Realejos

En 1862 fue construído por Luis Renshaw, hijo del cónsul general de Estados Unidos.

Posteriormente, fue vendido a Robert Halford Bosanquet quien residió allí, junto a su mayordomo, hasta 1912, año en que fallece. Hay que señalar que Halford era un músico inglés, lo que nos puede dar una pista sobre el origen del monocordio. Aparte de éste, solo hay dos modelos más, que se sepa, precisamente en el Reino Unido. Tras fallecer Halford, la propiedad pasó a manos de su mayordomo Cecil Bisshopp. Los hijos de éste lo vendieron a Fernando Weyler López de Puga, Marqués de Tenerife y profesor de la escuela de Bellas Artes de Madrid. De hecho, según palabras de un vecino, era normal que en aquella época la residencia estuviera llena de cuadros. En una comunicación con su hijo, Fernando Weyler Sarmiento, me confirmó que esta adquisición se produjo en 1960. En 2000, el castillo fue vendido a su actual propietario, Jorge Bingel.

 

 Alfonso Ferrer, publicado originalmente en http://alfonferrer.blogspot.com.es/
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