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La senda de los orantes del Barranco del Atajo (Garafía, isla de La Palma)

Por Miguel A. Martín González. (Historiador, profesor y director de la Revista Iruene)

Vamos a presentar y dar a conocer uno de los espacios de perfil sagrado (en este caso de simbología antropomorfa) más importante de la Historia Antigua de Canarias, localizado en la isla de La Palma, en el Barranco del Atajo (Garafía). Supone una fuente de información excepcional, una aportación estratégica y un extraordinario instrumento para el conocimiento.  

En este territorio insular estamos muy acostumbrados y adiestrados a enfatizar los grabados rupestres de tipología geométrica (espirales, círculos, meandros… y un sinfín de combinaciones), sin reparar en otro tipo de motivos, cada vez más visibles.

Un nuevo descubrimiento incrementa el conocimiento, aunque también produce miedo y puede hacer tambalear aquel dogmatismo que pretende ir contra todo cambio, intentando detener la historia. Adquirir conocimiento alivia las complejidades del miedo porque las hace inteligible ¿Estamos preparados, investigadores y amantes de la Historia Antigua de Canarias, para interiorizar las nuevas nomenclaturas simbólicas de figuras antropomorfas? No queda más remedio que aceptar otras imágenes como formas de inteligencia, pues la revelación iconográfica de este tipo de manifestaciones es incuestionable.

Comenzamos, pues, la fascinante ruta de lo espiritual. Antes permítanme, queridos lectores, expresar la emoción y el goce compartido experimentado al recorrer juntos (proyecto Iruene) la senda sagrada y ser partícipe de la aventura de lo inédito durante todo el trayecto.  

La figura humana es uno de los motivos más pródigos usado por los antiguos, cimentado en una simple silueta de un trazo vertical (el tronco) con brazos extendidos. Desde el Neolítico se redujeron sus imágenes mediante formas estilizadas, en las cuales solamente se representan las fisionomías básicas de cada figura sin perder sus detalles identitarios. En la isla de La Palma las muestras de arte rupestre esquemático de carácter antropomorfo han ampliado enormemente su catálogo. 

Los conjuntos estudiados carecen de una composición definida en nuestra lógica occidental, utilizan el soporte pétreo -tanto basalto como toba volcánica- con total libertad sin disciplina dispositiva aparente, tamaños y formas. Es “desordenado”, sin relación aparente entre el modo, la cualidad, el fondo, las distancias entre una figura y otra, sin escalas o proporciones. No existe equilibrio entre los márgenes, se muestran espacios llenos y otros vacíos. Tampoco razonan como nosotros y miran el espacio de forma diferente, sus planteamientos son incomparables, ambiguos, con aparentes contradicciones y mezclas de acontecimientos. Repiten los mismos signos una y otra vez como parte de un proyecto gráfico con un sentido del orden en sintonía con una actitud que dista mucho de ser caótica.

El Barranco del Atajo no es un caso aislado, en la isla de los awara existen más de 40 yacimientos rituales con este formato de manifestación rupestre, la inmensa mayoría sobre el mismo tipo de soporte (toba volcánica). La isla de La Palma concentra el mayor complejo de antropomorfos de Canarias, tanto por el número de estaciones como por el guarismo de motivos.

A lo largo de una veta de toba volcánica, de un kilómetro de desarrollo, en el Barranco del Atajo se contemplan unas 25 estaciones de grabados rupestres que dan carácter a un solo conjunto unificado en una misma ideología (las partes forman un todo). Sobresale un centenar de figuras antropomorfas talladas en la roca. De momento, es el espacio que concentra el mayor conjunto de antropomorfos orantes (brazos curvos hacia lo alto) de la Isla, como representaciones humanas de guardianes, de cuerpos oficiantes, almas, espíritus de los ancestros… o quizás, todo a la vez.

Para no incomodar y aligerar la lectura, tan solo haremos una somera descripción del lugar. La senda la iniciamos en sentido ascendente (de costa a cumbre) con la presencia de un conjunto de cúpulas (cazoletas excavadas en la roca en disposición horizontal) y un antropomorfo cruciforme. A unos 30 m de distancia se localiza el primer conjunto de figuras y una cazoleta de grandes dimensiones en su base. A lo largo del itinerario se van sucediendo más agrupaciones con diferentes diseños, algunos muy reconocibles y otros sufrieron un proceso profundo de abstracción: antropomorfos en cruz (brazos rectos extendidos), antropomorfos orantes, dos casos presentan brazos extendidos hacia el suelo y otros combinan un brazo hacia arriba y otro hacia abajo.

La disposición de los brazos en actitud de orante es muy característica de la iconografía egipcia y norteafricana, nos remite a una postura de adoración, a una manifestación espiritual que da cohesión social a la comunidad de la zona, siendo un claro principio de comunicabilidad.

Otras cualidades talladas corresponden a cúpulas, hornacinas y cazoletas. Algunas cuevas acogen este tipo de manifestaciones. De vez en cuando, se nos muestran algunos símbolos no catalogables por sus formas, destacando algunos casos que nos llamaron la atención: un pequeño grabado o canal de forma triangular que rodea una protuberancia natural de la roca y un pequeño recinto, de un metro cuadrado, excavado en la roca que, curiosamente, se asemeja a otro que se localiza en la Veta del Almácigo (El Time, Tijarafe). No estamos en condiciones de asignarle ninguna función o significado concreto. Por último, la senda culmina en una fuente y un canal que recorre la pared de toba unos 10 metros, culminando en un punto en el suelo que, al estar colmatado de tierra, no sabemos si corresponde a una cazoleta.

Tenemos criterio y dialéctica para poder progresar. Para hurgar en los significados debemos penetrar en el pensamiento, en las ideas que se esconden tras el registro material de toda esta codificada simbología sagrada y representada mediante unas pautas de formas expresivas que se repiten, sin perder de vista, obviamente, el entorno donde se sitúan. Las imágenes representadas son el resultado de una experiencia colectiva.

La religión awara y canaria en general, era simple y clara en concepciones celestes, pero compleja por los elementos y la pluralidad del culto solar, lunar y estelar, entre otros. Su sistema de creencias tipo naturalista, animista y astral manifiestan la naturaleza interior de su mundo, su fuerza cósmica.

Precisamente, uno de los aspectos que evidencia un lugar como sagrado es su ubicación fijada, sitio que entonces se torna significante y desde donde se puede ordenar el universo en base a un sistema coherente y reglamentado. Tiempo y espacio forman una unidad inseparable, el dominio del tiempo se consolida, así pues, mediante la ocupación del espacio.

¿La distribución y la ordenación de los conjuntos de antropomorfos se deben a una eventualidad o a una convicción? Una vez visto el lugar, seleccionada la información, enriquecida con la acumulación de experiencias, podemos llegar a axiomáticas conclusiones. El que piensa que todo es fruto de la casualidad debe darse cuenta de que el concepto eventualidad o azar nace de la falta de información; esto es, de la ignorancia o ausencia de causa. Su límite es el incremento del conocimiento.

Llama la atención -y esto es una causa- que los soportes de los antropomorfos del Barranco del Atajo miren al frente, a la ladera opuesta del barranco, lo que determina el sentido preciso de un fenómeno predeterminado y prefijado. Y es allí -enfrente- donde sucede lo predecible: el ocaso del astro solar cuando adquiere su menor elevación en el cielo, correspondiente al solsticio de invierno. Desde los distintos puntos de concentración de motivos rupestres antropomorfos, el sol se va desplazando pegado al relieve, ocultándose por la ladera contraria en concordancia o sincronía (alineado) con los distintos sitios de representación. Desde algunos puntos se observan incluso dobles ocasos debido a la disposición y las diferentes alturas del relieve, lo que le proporciona una fuerza añadida a esta ruta del sol.

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