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El pasado viernes 19 de abril se dio a conocer la denominada Declaración de Nueva York sobre la Conciencia Animal, un documento de cuatro páginas en el que un amplio grupo de científicos de todo el mundo, reevalúa al alza su posición sobre la existencia de conciencia en insectos y en otras especies del reino animal. Trabajando con nuevos descubrimientos, y adoptando una postura escéptica con respecto a la tradicional complejidad neuronal que se consideraba esencial para el desarrollo de la conciencia, los científicos firmantes son rotundos y nos invitan a una profunda reflexión. 

El documento suscrito plantea:

¿Qué animales tienen la capacidad de tener experiencias conscientes? Si bien persiste mucha incertidumbre, han surgido algunos puntos de amplio consenso.

En primer lugar, existe un fuerte respaldo científico para atribuir la experiencia consciente a otros mamíferos y aves.

En segundo lugar, la evidencia empírica indica al menos una posibilidad realista de experiencia consciente en todos los vertebrados (incluidos reptiles, anfibios y peces) y muchos invertebrados (incluidos, como mínimo, moluscos cefalópodos, crustáceos decápodos e insectos).

En tercer lugar, cuando existe una posibilidad realista de experiencia consciente en un animal, es irresponsable ignorar esa posibilidad en las decisiones que afectan a ese animal. Deberíamos considerar los riesgos para el bienestar y utilizar la evidencia para conformar nuestras respuestas a estos riesgos.

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