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CLAVES DEL CAMINO, AÑO 27

Este viernes 15 de septiembre, coincidiendo con el arranque de la novena temporada de Crónicas de San Borondón, se inicia también el año número 27 de nuestra sección en el periódico El Día Claves del Camino. Los tiempos han cambiado una auténtica barbaridad y aquella época en la que surgió esa colaboración periodística es hoy difícilmente reconocible en el mundo tecnológico en el que vivimos. Claves del Camino surgió como una sección que estaba inspirada en lo que Paco Padrón venía haciendo desde hacía bastantes años en las páginas del periódico Diario de Avisos, en un momento en el que El Día estaba reinventándose con un diseño y enfoque innovador. El periódico El Día confío en un joven aprendiz lleno de entusiasmo y de cosas que contar, sin apenas experiencia en la redacción de textos periodísticos, pero con una clara vocación y motivaciones que, por fortuna para mi, 27 años después, se mantienen imperturbables.

Claves del Camino arrancó en septiembre de 1991, con artículos mecanografiados en una pequeña máquina de escribir eléctrica, de cartuchos. No había Internet, no habían redes sociales, y el corta y pega al que son adictos muchos comunicadores actuales era absolutamente impensable, principalmente porque requería algo de esfuerzo. Los textos salían inmediatamente de la máquina de escribir, y con varias fotos generalmente pésimas, terminaban en la redacción del periódico El Día para ser nuevamente picados y volcados a la maqueta. Siempre les estaré agradecido a los responsables de ese periódico por haber confiado en mí y por seguir contando conmigo 27 años después. Claves del Camino ha evolucionado con el tiempo al igual que el suplemento La Prensa en el que va incluida, pasando de domingo a sábado, vuelta al domingo, creo recordar que pasando un tiempo a los jueves y regresando a los sábados. También ha variado su frecuencia; durante muchos años fue semanal y con la crisis y el sobrecoste del papel, ha terminado siendo quincenal. Y en ese punto estamos, con una doble página que tiene el potencial de llegar a decenas de miles de lectores, con la responsabilidad de ofrecer contenidos que puedan resultar interesantes, informativos, reveladores…o simplemente entretenidos.

Sirva esta breve introducción para pasar a transcribir aquel primer artículo con el que iniciamos Claves del Camino. El título de la sección reflejaba a la perfección lo que pretendía ser dicha colaboración, y lo que tantos años después sigue codiciando. No lo cambiaría. Nunca fui efectista, ni creo a estas alturas que pueda serlo. Suelo decir que me gusta normalizar estos temas misteriosos, abordarlos de una forma coloquial, quitarles hierro. Lo hago en la radio, en las revistas en las que colaboro, en los libros y, cuando hemos tenido oportunidad, en la televisión. Claves del Camino no es una excepción.

A veces me tropiezo con gente que se avergüenza de su pasado, lo maquilla profesionalmente, oculta cosas o bien miente directamente. Afortunadamente nos sentimos orgullosos de no haber hecho eso jamás, y ahora no vamos a cambiar. Por ello este artículo tiene un valor especial. Fue escrito por el José Gregorio González de septiembre del año 1991, y aunque hoy incluso a mí el lenguaje que por entonces utilicé me parece un tanto -o demasiado- cursi, teniendo en cuenta mi manera de comunicar actual que presenta una saludable deriva hacia el desparpajo, no reniego de aquel texto ni de aquel José Gregorio. Quien lo lea de principio a fin verá que está empapado de la atmósfera de cambio que se respiraba en aquella época, de la sensación de estar siendo testigos de un tiempo clave, único y transformador. Es posible que esa sensación fuese un espejismo y que todos creamos, en diferentes momentos, estar viviendo en épocas así. Lo leo, con calma, y la verdad es que mantiene vigentes muchos de sus planteamientos, aunque quizá algunos los matizaría o reformularía. Procediendo a su transcripción he visto que está imbuido de los acontecimientos sociales y políticos de aquella época clave de la historia reciente –realmente el Mundo cambió en aquellos años- y también de esa sensación de cambio inminente inevitable que por entonces se respiraba. Por ello, sin cambios y sin ningún tipo de pudor, coincidiendo con esos 27 años que ahora comienzan, lo trascribimos aclarando al lector que fue el primer artículo, la presentación de una sección multitemática y rica en inquietudes que, para bien o para mal, aunque sólo sea por su perdurabilidad en el tiempo y la especialización de sus temas, ya forma parte de la historia del periodismo escrito de Canarias. No hay excusas para la candidez puntual del discurso, ni para la extraña lucidez que destila en algunos párrafos. Por cierto, aquel José Gregorio de septiembre de 1991 contaba 18 años.

APROXIMACIONES A LA LUZ

Claves del Camino. Periódico El Día, domingo 15 de septiembre de 1991.

Nos encontramos en un estadio temporal, en el que todos los sistemas bajo los que se fundamenta la sociedad actual están, por decirlo de alguna forma, pendientes de un hilo. En cualquier momento, un nuevo descubrimiento científico, una catástrofe natural o la violación masiva de los derechos humanos, pueden hacer cambiar la mentalidad de millones de personas que, poco a poco, se acercan al tan ansiado grito de paz amor y solidaridad.

Hace 20 años nadie podría haber imaginado el panorama mundial con el que nos estamos encontrando cada día. Los antiguos regímenes políticos fundamentados en la violencia y en aplacamiento de la voluntad individual y colectiva en favor de intereses propios de dominación y poder van cayendo a un ritmo vertiginoso. Los sistemas capitalistas están siendo objeto de una revolución que en gran medida, modificará las bases de consumo y control monetario que aún hoy siguen siendo su principal punto de apoyo.

El avance científico, poco a poco nos está acercando a una realidad espiritual que hasta hace unos años no podría haberse compaginado con la suficiente firmeza como para que los que abogaban por esta unidad fuesen salvados de la hoguera.

En definitiva, todo, incluida la parte religiosa, hasta hace poco tiempo intocable, está experimentando un “revolcón” que dará entrada a un nuevo nivel de conciencia universal al que todos nos veremos afortunadamente arrastrados.

Pero ¿qué está pasando?

Dar nombre a este gigantesco proceso universal sería, en cierto modo, un tanto mísero, más aún si tenemos en cuenta la magnitud del cambio de conciencia que se está gestando. A pesar de esto, el hombre siempre tiende a clasificar o encasillar todo lo que ve o descubre, con un determinado nombre, para de esta forma alcanzar a comprenderlo. Por ello, es que se le ha dado diversos apelativos, como el que la vieja ciencia astrológica le confirió, y que quizás es el más conocido de todos, la Era de Acuario. Las eras astrológicas corresponden a los diversos ciclos rotativos de unos 2150 años cada uno. Según esto, actualmente nos encontramos en el punto de inflexión astral existente entre dos eras. Algunos astrólogos opinan que entramos en la Nueva Era a mediados de este siglo, mientras que otros optan por un periodo más largo de acoplamiento, situando la entrada definitiva alrededor del año 2100. Evidentemente esto es lo menos importante, puesto que lo verdaderamente valioso es la época de cambio que predican.

Una época que viene fuertemente marcada por el resurgir de todas las enseñanzas espirituales, del esoterismo, las prácticas mágicas, los rituales, y de todas aquellas tradiciones que a lo largo de los tiempos han ido modificándose en sus detalles, pero conservando su valioso mensaje. Las facultades del hombre que hasta este momento manifestaba esporádicamente, son cada vez con más frecuencia algo natural, alejada de aquella vieja concepción de dioses o demonios. Fenómenos extraños, misterios de todo tipo, grandes enigmas culturales de todo el planeta, crecimiento personal, etc., constituyen el menú que, ahora más que nunca, condicionará nuestro futuro. Un futuro al que no debemos tener demasiada prisa en llegar pero que tampoco permite pausas inútiles, consecuencia de una mentalidad extremista, fanática o quién sabe si solo, momentáneamente adormecida.

Las claves del camino.

Podemos decir que para alcanzar lo que de una u otra forma intuimos como trascendental, existen muchos senderos pero un solo camino. Obviamente nadie podrá decir nunca que conoce el verdadero camino a seguir llegar a ese ALGO, en mayúsculas, que buscan todos y cada uno de los seres del universo. Muchos son los senderos por los que podemos avanzar, transformarnos, y evolucionar hacia niveles más elevados de conciencia, pero llegado un momento, se alcanza la convicción de que todo sendero es ilusión, puesto que representaba una parte del camino. Un camino por el que una vez que conseguimos caminar, nunca más volveremos a pisar. Podremos, eso sí, sufrir algún contratiempo que impida nuestro avance, pero afortunadamente nada nos podrá hacer volver atrás. Ese camino, que Machado reflejó como creación nuestra, contiene diseminadas por todo lo existente una multitud de claves que nos enfocan y orientan hacia ese final, principio de todo. Unos avanzan por el sendero de la religión, y tarde o temprano encuentran similitudes entre sus creencias y las de aquel otro que apenas conoce y jamás ha visto. Otros lo hacen por mediación de la ciencia, de una forma equilibrada, en incluso llegando a los extremos de convertirse en verdaderos fanáticos de una religión tecnológica, y por no extendernos demasiado, diremos que la gran mayoría se acerca al camino por el sendero de la vida diaria, del trabajo que supone vivir día tras día en este planeta tan bello y confundido. Sea cual sea el sendero elegido, podemos estar completamente seguros que conseguiremos, tarde o temprano, lo que deseamos. Si hasta este momento no nos habíamos planteado la posibilidad de variar nuestra vida hacia estas inquietudes que de vez en cuando nos abordan, hagámoslo ahora, poco a poco, siempre y cuando lo sintamos. De no percibir esa necesidad de cambio, sigamos el que está ahora ha sido nuestro sendero, convencidos de que estamos en la línea adecuada, sin olvidar que el camino se hace al andar.

                                                                       José Gregorio González

Claves del Camino - 1991
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