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En las últimas semanas he procurado guardar distancias con respecto al incesante goteo de noticias que informaban sobre la observación de extrañas luces, de OVNIs, en los cielos de Canarias. Una vez más fue el periódico Diario de Avisos quién a través de su edición digital dio el pistoletazo de salida a lo que en pocos días se convertiría en el tema de reportajes en la prensa y televisión, y noticia recurrente en programas de radio regionales y nacionales. Al parecer, algo similar están viviendo en otros lugares de mundo, de manera que preferí distraerme viendo clásicos del cine como The Bamboo Saucer, una curiosa película de 1968 que recomiendo al lector sobre un platillo volante que aterrizó en una iglesia católica, convenientemente sin techo, de la China comunista. Sin embargo, días más tarde el Pentágono decidió quitarle el polvo una vez más a unos vídeos de OVNIs obtenidos por sus pilotos y que ya conocimos el pasado año, y al final, he tenido que dejar los clásicos del cine y saltarme el confinamiento mental autoimpuesto sobre esta aparente oleada de OVNIs, ante el aluvión de mensajes y llamadas que he recibido, muchas de ellas acompañadas de vídeos y fotografías múltiples.

Tenerife, La Gomera, Gran Canaria, La Palma y La Graciosa son las islas desde las que he recibido informes, algunos de los cuales los están investigando con bastante más dedicación que yo algunos colegas. Como he dicho, y si no lo he dicho lo manifiesto ahora, tengo mis reservas. Aunque suene, y quizá sea presuntuoso, hace tiempo que con los OVNIS soy bastante más exigente. En los últimos 70 años este escurridizo misterio se ha mostrado con descaro y espectacularidad, desafiante con respecto a nuestras leyes científicas y tecnología conocida, propiciando que gobiernos de todo el mundo muestren interés y cierta preocupación por su origen. Y todo ello por no hablar de los casos en los que se reportan presuntos tripulantes. Es por estos antecedentes de los que en Canarias tenemos múltiples ejemplos por lo que me muestro exigente. No me bastan luces lejanas, no me conformo con documentos gráficos sin referencias que permitan calcular distancias, tamaños, y, en especial, confirmar sus aparentes movimientos. Descarto, desde la gratitud hacia aquellos que de manera bienintencionada los aportan, las fotos y vídeos deformados por el zoom en los que, incluso, se quieren distinguir símbolos, mensajes y hasta tripulantes. En fin, presuntuoso o no, tras seguirle la pista a este fenómeno desde mis trece años de edad y haber dedicado mi primer libro a los OVNIs hace 25 años, Los OVNIS en Canarias, me he vuelto un tiquismiquis. Quiero más del fenómeno para prestarle atención, respeto a los casos y a los testigos, pero quiero algo más que luces difusas que pueden ser cualquier cosa y que no añaden extrañeza y restan credibilidad. Estos casos pueden ser destrozados con un simple twit por un odiador o hater alegando que es Venus, Júpiter, Sirio o un barco.

SENTIDO COMÚN Y EXPERIMENTOS.
“No puede ser una estrella pues cambia de color y tamaño”; “imposible que sea Venus pues se va moviendo lentamente”; “no pueden ser estrellas y planetas porque yo sé cómo son las estrellas y planetas”; “¿barcos?, imposible, son varios y están por encima del horizonte, tendrían que ser barcos voladores?; “una estrella no puede ser ya que cuando lo acercas con el zoom se ven círculos en su interior”…Estos son apenas un puñado de ejemplos de los argumentos pro-extrañeza que algunos informantes y testigos han compartido conmigo en estos días. Quizá lo que han visto sea realmente misterioso y no tenga una explicación convencional, pero sin duda muchos de los casos que he recibido parecen tener esa explicación racional.
Días atrás un compañero me informa a tiempo real de una alineación de luces hacia el mar pero muy por encima de su nivel, algo que puedo observar también yo desde otro punto del nordeste de Tenerife, y que aún siendo de noche me permite deducir que realmente están en el mar. Aún así, prefiero no insistir. Al día siguiente mi propio amigo me envía una captura con la localización exacta de barcos pesqueros que regresaban esa noche y que coincidía con la localización de las luces. Una semana después, otro informante me dice que está viendo algo realmente extraño, una potente luz a unos 20 grados sobre el horizonte marino. Me asomo y efectivamente está ahí y es llamativa, pero mi Sky Map del móvil me dice que es la hermosa estrella Sirio.
Tengo mis hipótesis sobre lo que ocurre, algunas complejas relacionadas con reacciones sociológicas y creencias ante la situación que vivimos, y otras más de andar por casa que considero deben ser tomadas en cuenta.
La primera es obvia, estamos mirando más a un cielo al que hace mucho que no le prestamos atención, así que nos tropezamos con cosas normales que no habíamos visto o en las que no habíamos reparado.
La segunda es la del bromista que busca entretenerse, o la de aquel más retorcido que pretende echarse una burlesca y ofensiva carcajada tanto a costa de “los crédulos e ignorantes” como de los medios de comunicación que informan sobre los casos.
Una tercera es la del experimento, ya sea realizado este por retorcidos negadores de la extrañeza histórica del Fenómeno OVNI, o por investigadores bienintencionados que buscan arrojar luz sobre nuestra credulidad, comportamiento, fiabilidad como observadores, etc. En este tercer escenario estaríamos ante casos iniciales falsos, sembrados para estudiar reacciones. De ser así lo sabremos más pronto que tarde, puesto que no hay “más español” que mostrarse como el más listo y decir aquello de “fui yo”.
Finalmente, para no extenderme, cabría considerar una cuarta, que alguien está jugando con drones u otra tecnología, y en el caso de no ser militar, jugándosela también. Es una posibilidad a mi juicio muy remota, pero algo menos que considerar que esas luces de aburrido comportamiento son evidencias de formas de vida y tecnología no humanas.

CAZANDO OVNIS
Mi recomendación es que usemos algo más el sentido común, y que llegado el caso de ser testigos de un OVNI, apuntalemos nuestro testimonio de varias formas:

-Busquemos que otras personas puedan ver lo mismo llamándoles para que verifiquen lo observado.

-Documentemos gráficamente lo que vemos, pero con las referencias del paisaje primero, es decir, edificios, arboles, montañas, alumbrado, etc. Después, si queremos, apliquemos el zoom en las fotos y vídeos.

-Tomando una o varias de esas referencias del entorno, desde la misma posición, verifiquemos el movimiento y la velocidad del mismo que presenta la luz que observamos.

-Pasemos por el filtro de una apps de astronomía lo que estamos observando. Las hay gratuitas y mediante el uso del GPS, enfocando la pantalla en la dirección observada, nos indica si hay un cuerpo astronómico relevante en esa dirección. Si vemos una luz grande, estática, y en esa dirección exacta está Venus, pues es probable que estemos viendo a Venus. La cosa cambia si la luz que vemos tiene el tamaño aparente de un melón, o si además de esa luz estamos viendo otra similar que no aparece identificada en la aplicación astronómica. Es decir, Venus puede estar ahí visible, pero también otra cosa.

-Disponer de prismáticos o de un pequeño telescopio puede resolvernos muchas dudas, antes incluso de llegar a este punto.

-Finalmente, para los más osados, queda al menos una opción más que, si somos resistente al auto ridículo, podemos llevar a cabo: hagámosle señales con una linterna. Si lo que vemos no es natural y tiene un comportamiento inteligente, quizá nos responda. No vale cualquier respuesta, es decir, un tenue destello o una sutil variación de color. Ya puestos, que respondan con un fogonazo, una secuencia de destellos, que se divida en dos o nos regale un movimiento rápido en ángulo recto. Algo rotundo. De ocurrir así las luces insulsas puede que ya no lo sean tanto.

José Gregorio González

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