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De acuerdo con las estadísticas manejadas por los expertos, es bastante probable que uno de cada dos lectores de Enigmas haya sufrido en carne propia, o lo haga en el futuro, esta estremecedora y angustiosa experiencia. Mientras el sujeto yace inmovilizado en la cama, una corte de extrañas y amenazantes presencias invaden su habitación, entes deformes o arquetípicamente demoníacos que parecen habitar en algún rincón del mundo de los sueños.

Nicolás Bruno es un genio de la fotografía conceptual que ha encontrado una inesperada fuente de inspiración en el terrorífico síndrome que le acompaña desde que tenía quince años. Una vez que la parálisis dominaba su cuerpo, comenzaban a percibir como le observaban figuras sin rostro, siluetas humanas amenazantes, o bien desfilaban terroríficas imágenes de esqueletos. Un buen día decidió revelarse contra esa cadena perpetua nocturna y comenzó a tomar notas de esas vivencias, trasladándolas al mundo de la fotografía. El efecto para Bruno ha resultado terapéutico, un auténtico bálsamo que además se ha convertido en su sello personal como artista, al tiempo que parece estar ayudando a gestionar sus propios terrores a quienes conocen su obra y comparten este trastorno del sueño.

Carla MacKinnon nos brinda otro ejemplo reciente de lo determinante que puede llegar a ser para una persona el sumergirse cada noche en este mundo de pesadilla. Durante el verano de 2012 y con una frecuencia de dos o tres veces por semana, se despertaba por las noches completamente paralizada y dominada por un incontrolable temor y ansiedad. Sentía presencias en su habitación, notaba como algo ejercía presión en la cama y llegó a ver algunas formas e incluso una enorme e inexistente araña negra sobre su cuerpo. MacKinnon es cineasta y decidió, a partir de aquellas aterradoras vivencias, darle forma al documental The Devil in The Room, un corto absolutamente inquietante y onírico a medio camino entre el terror y el documental científico que plasma con acierto la asfixiante atmósfera que rodea estos episodios. La pieza, que ha recibido diversos reconocimientos como el de mejor documental en el Festival Internacional de Cine Cineglobe, en Ginebra, forma parte de una iniciativa mas ambiciosa, The Sleep Paralysis Project, un proyecto en el que colaboran diversos científicos y que como aseguraba a Enigmas su responsable, buscar crear conciencia social sobre la parálisis del sueño y la ciencia que hay detrás. “Después de haber pasado muchos años con parálisis del sueño sin saber qué lo común que era o cuales eran sus causas –nos explica MacKinnon- , quería asegurarse de que la información estuviera disponible para otras personas que vivieran estas experiencias aterradoras. Desde entonces he recibido muchos correos electrónicos de personas de todo el mundo con sus propias historias, que muy a menudo cuentan con la incomprensión y mal diagnóstico de la parálisis del sueño. Espero que el proyecto pueda, de alguna manera, arrojar luz sobre el fenómeno”

Las experiencias de esta cineasta continúan, pero su frecuencia se ha reducido y la manera de gestionarlas ha mejorado. Estamos ante un fenómeno aún por comprender y en que para ciertas voces escépticas puede estar la claves de las experiencias extracorporales-viajes astrales, los encuentros sexuales oníricos con demonios, así como los modernos y tecnológicos episodios de visitantes de dormitorio investigados en las últimas décadas por los ufólogos.

Los 9 escalones del infierno onírico

Básicamente la parálisis del sueño es un trastorno etiquetado por los expertos dentro del grupo de las parasomnias, que aparece en la etapa de transición entre la vigilia y el sueño y que se caracteriza precisamente por la incapacidad de quien la experimenta para hablar y realizar cualquier movimiento voluntario. En más de la mitad de los casos sucede justo antes de dormirse –variante hipnagógica- o bien instantes después de despertarse –variante hipnopómpica-, aunque en ambos casos la situación es altamente angustiosa y los dos o tres minutos que puede llegar a durar se convierten en una eternidad. Hay un destacado nivel de lucidez en los sujetos, de manera que se saben despiertos mentalmente pero al mismo tiempo atrapados en un cuerpo inmovil, una cárcel de músculos y huesos que no responde a las órdenes cerebrales desencadenando sensaciones de vulnerabildiad extrema, especialmente cuando viene acompañada de presencias amenazantes, de alucinaciones terroríficas o de sensaciones de ahogo y contacto físico. Algunos estudios apuntan a que más de la mitad de la población la ha experimentado o la experimentará a lo largo de su vida, de manera que no está de más conocer sus características y tener bien presente que objetivamente es inofensiva, pues pasada la fase crítica todo vuelve a la normalidad y el sujeto recupera la movilidad y pueden volver a conciliar el sueño sin demasiada dificultad. De hecho la mayoría de quienes la han experimentado más de una vez apuntan a que es aconsejable guardar la calma, intentar controlar la pauta respiratoria y centrar todos los esfuerzos por recuperar el control del movimiento corporal en mover los dedos de una mano o por ejemplo un pie. Como si del hilo de un ovillo se tratase, logrado este primer movimiento se consigue inmediatamente recuperar el conjunto. Una de las claves bioquímicas de esta situación parece estar en ciertos neurotrannsmisores que se liberan durante la fase de sueño REM, aquella en la que se producen precisamente la inmensa mayoría de los sueños. Tal y como demostraron en el verano de 2012 a través de las páginas de la revista Journal of Neuroscience los neurocientíficos de la Universidad de Toronto, Patricia L. Brooks y John H. Peever, en la parálisis musculoesquelética del sueño REM intervienen conjuntamente los neurotransmisores ácido gamma-aminobutírico (GABA) y la glicina. Ambas sustancias “desactivan” el sistema locomotor para que los sueños no se vean reflejados en una actividad física mientras dormimos, siendo precisamente esa inmovilidad la que experimentan quienes sufren parálisis del sueño.

De acuerdo con Shelley R. Adler, profesora de medicina en la Universidad de California y autora de Sleep Paralysis: Night-mares, Nocebo, and the Mind-Body Conecction, existen hasta nueve síntomas del trastorno que nos ocupa, siendo los tres primeros esenciales para describir esta parasomnia mientras que los seis restantes pueden tener una presencia muy variable y dispersa.

1º. Those affected report feeling consciously awake during sleep paralysis experiences.Estar “despierto” El sujeto vive la experiencia como parte de su estado de vigilia, distingue con claridad su experiencia de las vivencias oníricas y tiene conciencia de ellas.

2º. Percepción realista del entorno. Durante la experiencia el medio ambiente que rodea al sujeto, la habitación y sus elementos, se perciben con claridad.

3º. Parálisis corporal. El individuo nota que no puede moverse, aunque lo desee y lo intente.

4º Miedo abrumador y temor. Ante ésta parálisis la sensación de miedo invade al sujeto, lo que puede devenir en pánico y ansiedad, llegando a aflorar un temor tan arcaico como el de la muerte. Aquí el individuo puede rebelarse e intentar luchar, buscando forzar la movilidad.

5º Detección de una presencia. En este caso el protagonista puede sentir una presencia o intruso en su habitación, generalmente maligna e inquietante, casi siempre amenazante y perjudicial. La intensidad del miedo puede aumentar sí la presencia es vista, es decir, sí el sujeto ve seres o criaturas junto a él, o sí percibe que estos le tocan o le observan. La clave podría estar en un estado cerebral hipervigilante ligado a una elevada actividad de la amigdala.

6º Presión en el pecho. El individuo siente un peso físico sobre su cuerpo, especialmente sobre el pecho, con una presión variable que puede ir desde ligeros roces a una sensación de fuerza extrema que le oprime. Una parte de esta casuística va ligada a sensaciones o percepción clara de amenaza o ataque sexual, lo que vincula la parálisis del sueño con las temidas experiencias medievales con incubos y súcubos, siendo vividas de forma mucho más intensa por las mujeres.

7º Dificultad para respirar. Aunque no siempre es así, esta dificultad muchas veces subjetiva para respirar va asociada a la presión en el pecho que acabamos de describir. Durante el sueño la respiración se automatiza por completo y no somos conscientes de ella, pero al “despertar” en estas situaciones tomamos conciencia de esa falta de control y podemos entrar en pánico y tener sensaciones de asfixia.

8º Posición supina. La mayoría de los testimonios, un 58%, coinciden en señalar que esa es la posición en la que experimentaron la parálisis del sueño.

9º Sensaciones inusuales adicionales. La profesora Adler incluye un destacado número de percepciones alucinatorias, incluyendo la de sentirse fuera del cuerpo que relacionamos con el viaje astral o también la de caída imparable al vacío. A la visión de entidades se suman la de animales amenazantes, insectos, puertas que se abren, pasos que se acercan, zumbidos internos, susurros malévolos ininteligibles, ruidos mecánicos, viento, olores a humedad, carne podrida, sensaciones de calor o frío, de abandono y tristeza…No siempre éstas y otras sensaciones son explícitas y claramente definidas para el sujeto, sino que pueden diluirse entre las sombras de la habitación o camuflarse tras una respiración agitada. Aunque estas sensaciones son menos frecuentes cuando el ataque de parálisis ocurre al final del sueño (sueño-vigilia), son más atemorizantes en este momento que cuando suceden al principio (vigilia-sueño)

Camino a la salvación

Aunque en la inmensa mayoría de los casos estos “ataques” nocturnos son inofensivos, ¿estamos condenados a padecerlos en silencio y sin capacidad de defensa, esperando sencillamente que pasen de largo? La respuesta ni es sencilla ni es única. Algunos estudios realizados en Estados Unidos señalan que la población afroamericana sufre estos ataques con una frecuencia mucho mayor que la población blanca, algo que los expertos relacionan con factores como las dificultades sociales y el racismo, que a su vez aumenta los niveles de estrés y altera la regularidad y calidad del descanso de ese grupo poblacional. En esencia y con matices, este hallazgo es válido aunque no vivamos en el Sureste de Estados Unidos. Basta con que usted sea insomne o tenga turnos de trabajo demasiado variables para que los altibajos de su ciclo de sueño incrementen las posibilidades –hasta un 28%- de que pueda sufrir parálisis del sueño. Existe incluso algún experimento en el que se logró generar episodios de parálisis del sueño bajo condiciones de laboratorio privando a los sujetos del reparador sueño REM. En 184 ocasiones se interrumpió el REM, desencadenando ocho ataques de parálisis del sueño.

Parece claro por tanto que descansar mal no ayuda. Si a ello le añadimos una situación o fase de estrés agudo en su vida, y una tendencia a experimentar ansiedad, depresión o padecer ataques de pánico, la situación se complica. Y sí padece estrés postraumático, la cosa se dispara, tal y como han demostrado entre otros estudios el realizado en 2005 por los doctores Yeung, Xu y Chang con refugiados camboyanos. De los 100 sujetos investigados 49 habían padecido al menos un episodio de parálisis del sueño en el año inmediatamente anterior al estudio, mientras que el 65% de los diagnosticados con estrés postraumático sufrían estos ataque al menos una vez al mes, frente al 15% del grupo de nos diagnosticados.

A la vista de lo expuesto, ¿podemos hacer algo? La verdad es que si, empezando y centrando gran parte de nuestros esfuerzos en conseguir una pauta de sueño normalizada, regular. Lo habitual es fijarse y cumplir horarios para el descanso, evitando el alcohol y sustancias estimulantes que interfieran en los ciclos de sueño. Evitar dormir boca arriba también puede ayudar. Así podemos reducir nuestras opciones a padecerlos, pero sí ya estamos en medio de un episodio de parálisis del sueño desde el The Sleep Paralysis Project aconsejan desvincularse del ataque adoptando una postura de observador, de tercera persona, analítica, buscando con ella reducir su impacto y que nos absorba. Many people find that staying calm is the most important thing to remember during a sleep paralysis attack.Muchas personas encuentran que mantener la calma es la cosa más importante a recordar durante un ataque de parálisis del sueño”, explica MacKinnon y su equipo. It has been suggested that remembering and understanding what is happening and – as much as possible – trying to relax and breathe normally can reduce the length and intensity of an attack. Se ha sugerido que el recuerdo y la comprensión de lo que está sucediendo y – en lo posible – el relajarse y respirar normalmente pueden reducir la duración y la intensidad de un ataque”. También recomiendan como útil para interrumpir una crisis el modificar la pauta respiratoria conteniéndola o acelerándola, hacer algún pequeño ruido o intentar mover un músculo pequeño.

                                               José Gregorio González

OTROS DATOS

EN EL ARTE

No por reproducida hasta la saciedad deja de ser impactante y tremendamente descriptiva. Lea versión más conocida de “La Pesadilla”, también conocida como “El Íncubo”, fue pintada en 1781 por el artista suizo Johann Heinrich Füssli, mostrando a una mujer mientras duerme con una criatura demoniaca sentada precisamente sobre su pecho. Desde un escenario de sombras, un caballo inquietante la observa. También se ha querido situar en el mundo de la paralisis del sueño y de las pesadillas el origen de algunas obras del belga Paul Delvaux, que representaba mujeres desnudas, aparentemente ausentes y dormidas, acompañadas de esqueletos, paisajes angustiosos, etc…

SINDROME DE LA VIEJA BRUJA

Con esta expresión Old Hag Syndrome se denomina tradicionalmente a uno de los síntomas de la parálisis del sueño, concretamente el de la opresión en el pecho, que según viejas creencias era provocado por animales sobrenaturales o brujas que salían de su cuerpo y se sentaban sobre sus víctimas para asfixiarlas mientras dormían. En el caso de no lograr despertar, la muerte estaba asegurada. El término procede de Terranova y Labrador, tal y como documentó el folklorista David Hufford en su libro El terror que viene en la noche,y posiblemente fue importado al Nuevo Mundo por los colonos ingleses.

EL HORLA DE GUY DE MAUPASSANT

“Anoche sentí quesomebody was squatting on me, putting his mouth on mine, drinking my life out through alguien estaba en cuclillas sobre mí, poniendo su boca sobre la mía, bebiendo mi vida a través demy lips. mis labios. Yes, I really felt he was sucking my life out through my throat, just like a leech Sí, realmente sentí que estaba chupando mi vida a través de mi garganta, al igual que lo haría una sanguijuela”

Para expertos en la parálisis del sueño como el doctor J.A. Cheyne el escritor francés Guy de Maupassant ofrece unas de las más ricas descripciones de este fenómeno en su cuento fantástico El Horla, de 1886-87, un relato corto del que hizo varias versiones en las que se narran las experiencias del protagonista con la extraña criatura que da nombre a su obra. Cheyne considera que en gran parte es autobiográfico y que otros cuentos también reflejan éstas y otras vivencias anómalas, generalmente atribuidas a una evolución de su locura.

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