Vivimos tiempos en los que “reinventarse” y “resiliencia” se han convertido en mantras en constante entonación. En ello, más allá del postureo, hay mucho de verdad, y es en ese contexto en el que queremos reflexionar públicamente a cerca de las sinergias que las temáticas que me resultan afines, las de corte misterioso y mitológico, pueden compartir con el nuevo turismo. Lo hago desde mi proximidad ininterrumpida durante más de 30 años a dichas temática, e ignorando si la etiqueta adecuada para contextualizar el tema es la de turismo alternativo, cultural o experiencial, de cara a distinguirlo del clásico de solajero, salitre y mojos. Ante esa duda, hablemos simplemente de turismo y misterio, que no excluye en absoluto su combinación con cualquier otra fórmula, ya sean las del todo incluido, el gastronómico, el de aventura o el de salud.
Hay regiones del mundo donde miran de frente a sus mitos, leyendas y misterios y los incorporan a su discurso turístico, aunque bien es cierto que lo hacen en un contexto de patrimonio y monumentalidad sin parangón. Pensemos en muchas regiones del centro y el sur del continente americano, en el inabarcable Egipto, en las rutas megalíticas y de castillos encantados del Reino Unido. Obviamente, hay modelos que nos pueden servir de guía tomando en cuenta que nuestras realidades son diferentes.
Como venimos defendiendo desde hace décadas, también desde estas páginas de El Día, el turismo de magia y misterio en Canarias tiene en nuestro pasado arqueológico un rico vivero del que nutrirse. Apuntalar la pedagogía sobre los antiguos canarios en sus aspectos más llamativos, como sería el caso de sus mitos y rituales, o el de elementos como las momias, el arte rupestre, los ídolos o los espacios astronómicamente orientados, constituye una fórmula de éxito. Anclados en la curiosidad, a semejanza de un fuego artificial, hablar de estos aspectos permite captar la atención y desarrollar un discurso más profundo del pasado preeuropeo de Canarias. Eso, por fortuna, se va entendiendo y ya podemos hablar en algunas islas de un turismo arqueológico serio, escindido de otras temáticas que pueden confundir, para alivió de puristas y de los “problemistas” que pueden irritarse al maridar misterios y aborígenes.
Nuestra naturaleza y paisaje, asociado al clima y, también, la atmósfera social que genera nuestra propia forma de ser, también puede ser atractivas para el turista contemplativo, aquel que busca espacios para el encuentro interior, el yoga, el mindfulness, la meditación o los retiros de sanación y de naturaleza espiritual. Cualquiera de nuestras islas cuenta con reductos naturales que permiten ese telúrico contacto con la naturaleza, con actividades que pueden incluir seminarios de crecimiento personal, sesiones de meditación o los tan de moda “baños de bosque”, mientras las estancias se desarrollan en espacios alojativos rurales, con cocina saludable y de proximidad, y en lo posible, energéticamente sostenibles.
Con mayor conexión con la interpretación popular del término “misterio”, pero absolutamente conectado con la mitología, la historia o las tradiciones canarias más insólitas, contamos con un espectro temático a poner en valor por nuestros guías. Algunos de ellos vienen siendo usados en productos temáticos en varias localidades de las islas desde hace años, como la cultura y evocadora simbología masónica y alquímica de algunos enclaves, o la figura de personajes de enorme potencial como Amaro Pargo o algunos místicos. Personalmente hemos desarrollado al menos una decena de itinerarios de este tipo por diferentes localidades que ahora son ampliamente utilizados, y abrazamos la convicción desde esa experiencia de que cada municipio puede tener el propio. Algunos profesionales también han desarrollado con acierto y rigor productos propios con convergencias con el misterio, algo que celebramos, aunque también emergen de forma inevitable casos reprobables que bajo la etiqueta de “misterio” no dudan en contar a sus clientes historias de nuevo cuño, sin anclaje histórico, hemeroteca o reseña verificable, inventadas para impactar y hacer caja a costa de la confianza de sus víctimas. Pero no es de la ética de lo que hablamos, que presuponemos al verdadero profesional y damos por inherente a cualquier persona con principios.
La casa encantada; la leyenda local de un rincón, ya sea una loma, barranco o llano, que acumula historias de aparecidos y “miedos”; el itinerario de una vieja luminaria asociada a un alma en pena; el lugar de reunión y o aquel en el que se desarrollan los cuentos de brujas; el drago donde se hacían sanaciones o la vieja estancia en la que atendía la curandera del barrio o el yerbero del pueblo…lugares con un historial de avistamientos de OVNIs sean lo que sean esos estímulos; templos y espacios que fueron testigos de vidas singulares o prodigiosas, o bien de hechos que fueron tenidos por milagrosos. La crónica negra que permite documentar también en Canarias una vertiente “dark” del turismo, la simbología que admite metalecturas desde otra perspectiva del arte, la arquitectura y el urbanismo,…la lista, sin ser infinita, se puede seguir ampliando mucho más.
En 30 años las cosas han cambiado mucho. Recuerdo como hace casi dos décadas me encontré a un centenar de turistas en La Gomera acompañados de un guía que les hablaba de misterios gomeros con un libro mío entre sus manos. Los Realejos se adelantó hace años publicando la primera guía turística institucional local de sus misterios. También La Orotava había apostado por autoguías de temáticas muy próximas, como la masonería o los espacios de la muerte. Mientras, Tejeda despuntó hace años con su museo de plantas y medicina popular, y Agulo ya cuenta con uno dedicado a la sorprendente y esotérica congregación de los Filiichristi. Quizá Antigua se anime a dar forma a un museo o muestra permanente sobre su mítica Luz de Mafasca, Telde haga lo propio con uno dedicado a la brujería, o algún día en El Paso logren sacar adelante su museo en la vieja casa del Alma de Tacande. El que parece más inminente, el Museo de San Borondón, ya cuenta en Fuencaliente con un espacio físico en el que cristalizar. En unas islas como las nuestras, el misterio es un activo que puede y debe sumar.
José Gregorio González
Publicado originalmente en el periódico El Día el sábado 24 de julio de 2021