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EL PÁJARO COCHINO

En la cosmovisión campesina canaria, los pájaros tienen un lugar destacado. Aparentemente los consideran como lo hacemos nosotros actualmente a través de los designios científicos; como animales vertebrados, ovíparos, con plumas, pico, patas y alas para poder volar. Pero a diferencia del discurso científico actual el campesino le otorga poderes y capacidades especiales, en consonancia con su particular forma de concebir la naturaleza, dotada de un animismo y un naturalismo muy particular. Así sucede con muchos pájaros de nuestro archipiélago, como el alcairón, el cuervo, la alpispa, el alcaraván y un largo etcétera.

De entre todos ellos, llama especialmente la atención el denominado “pájaro cochino” por la población rural del municipio de Tegueste, en el noreste insular. Pájaro estacional, que habita en lugares prácticamente inaccesibles, que sale y actúa sólo durante las noches… para los lugareños era el pájaro de mal agüero por excelencia de la zona. Emitía un sonido enormemente llamativo que recordaba el llanto de un niño, lo que no gustaba en nada a la vecindad. Su sonido era reconocido como un augurio de muerte en el lugar donde se oía. Si por ejemplo se posaba sobre un tejado y “lloraba”, sobre todo si era tres veces, la población consideraba que alguien de esa casa moriría pronto. O en todo caso por las cercanías. Si una persona moribunda oía su canto, consideraba que ya había llegado la hora de dejar este mundo.

Que el pájaro cochino presagie muerte no es algo excepcional entre los poderes animistas que poseen ciertos animales y elementos de la naturaleza. Muy al contrario, es algo relativamente habitual entre los pájaros para la población rural local. En el fondo, tal potestad viene dada por la capacidad que tienen para volar y por tanto interrelacionarse entre el mundo terrenal y celestial, con las connotaciones que ello conlleva con el Más Allá. Son, en cierta forma, emisarios entre ambos mundos, y tal poder es algo subyacentemente reconocido por el campesinado. Y eso conlleva la potestad de transportar el alma de los recién fallecidos hacía el más allá a través de sus vuelos y de la significación de sus gestos.

Dentro de esas capacidades, el pájaro cochino, a diferencia del resto, tiene una particularidad específica. Al menos por ahora. No se sabe a ciencia cierta qué pájaro es, y ello implica que no tiene taxón científico reconocido, lo que lo dota de un halo y una mística especial. Los vecinos no se ponen de acuerdo ni en su forma ni en el color de su plumaje. Unos dicen que es blanco, otros parduzco, otros de tono grisáceo… unos le ponen el pico con una forma, otros con otra… En lo que todos coinciden es en el tono sobrecogedor de sus sonidos, y el pavor que ocasionaba la sensación de oírlo, por el poder con el que era dotado. Tal particularidad le otorga un rango mítico, como si superase incluso al poder universalista de la ciencia. Es probable que en otras zonas cercanas del norte de la isla, el llamado “pájaro de los muertos” pueda ser el mismo que el pájaro cochino de la zona teguestera. Pero lo cierto es que dentro del mundo “mágico” y poderoso que modelaba el agro canario en el pasado, el pájaro cochino y los pájaros en general tienen un lugar de privilegio en esa particular cosmovisión rural, que tan diferente se muestra ante la actual.

Joaquin Carreras Navarro

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