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En las Islas Canarias el fenómeno de los grabados rupestres siempre ha estado marcado por distintas teorías sobre su significado y la distribución geográfica de los mismos. Esta discusión, avalada muchas veces en intereses culturales y en el desconocimiento de los investigadores, ha supuesto que durante varias décadas, la significación del contexto en la que se realizaron estas grafías en la piedra, no tuviera un avance notable.

Baste decir que hasta finales de los años ochenta del pasado siglo, los especialistas se centraban en islas como El Hierro, La Palma o Gran Canaria, donde la abundancia de evidencias arqueológicas era más notable, negando igualmente la distribución de estas grafías en islas como La Gomera o Tenerife, donde hoy –gracias al trabajo de los aficionados- encontramos en estas islas gran cantidad de material de estudio; en el caso de La Gomera con el yacimiento de escritura líbico-bereber más grande encontrado hasta la fecha en el archipiélago canario.

A grandes rasgos, encontramos tres importantes grupos para definir estas manifestaciones en la roca. Los geométricos, los figurativos y los alfabéticos. Mención aparte deben ser los yacimientos que presentan recintos cultuales en los llamados “cazoletas” y “canalillos”, adscritos en muchos casos a los grabados geométricos.

 Dentro de estos tipos de grabados, hay dos que siguen teniendo un espacio discutidos dentro de la arqueología canaria por su halo de falsificación; la conocida como La Piedra de Anaga y tal vez la más popular por la profusión mediática que se le dio en su día, La Piedra Zenata.

El 22 de Julio de 1886, el historiador y jurista Manuel de Ossuna  descubrió durante una excursión en tierras de su propiedad en la localidad  de Anaga, una pequeña piedra semitransparente de forma piramidal que mostraba en una de sus caras una especie de inscripciones extrañas, cuyos diminutos caracteres aparecían grabados con buril metálico y en una lengua desconocida.

En su libro “La inscripción de Anaga”,  Manuel de Ossuna intenta identificar algunos signos del texto inscrito en la piedra comparándolos con letras de diferentes idiomas antiguos como copto, etíope, líbico, thugga, iliberis, turdetano, libio, púnico, fenicio, hebreo, árabe, rabínico, ibérico, otras lenguas africanas y también con las inscripciones de El Hierro, pero resulta ser una obra confusa y poco científica.

Aunque se ha escrito a posteriori distintas investigaciones relacionándolas con la escritura neo-púnica, en el pasado fueron objeto de estudio por parte profesor Dr. H. Schmöckel, renombrado historiador de antiguas lenguas orientales, quien destaco que “esta inscripción con toda seguridad no es fenicia ni algo parecido”, pareciendo  que la pretendida inscripción de Anaga es tan sólo un producto de la naturaleza o una falsificación sin valor científico.

En el caso  La Piedra Zanata, es una pequeña piedra de apariencia prolongada con inscripciones de origen guanche. La piedra fue encontrada supuestamente en 1992 cerca de la denominada Montaña de las Flores, en el municipio de El Tanque (noroeste de la isla de Tenerife).

La piedra fue analizada por el desaparecido Rafael Muñoz, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de La Laguna, quien determina que tiene una forma de pez, y según las investigaciones que se llevaron a cabo, en su interior aparecen caracteres tifinagh y relacionada con el mundo cultual de los guanches, datada entre los siglos V d.C y VII d.C lo que llevo a calificarla como “La piedra Rosetta de Canarias”.

La Piedra Zanata sirvió para elaborar la teoría según la cual habría en Canarias una presencia púnica que estableció en el archipiélago factorías con mano de obra bereber.

La tribu a la que pertenecerían los guanches de Tenerife, eran los Zanata o Zenete, “los lengua cortada”.

La presentación fue puesta en escena por Rafael González Antón ex director del Museo Arqueológico de Tenerife, en un contexto político para las islas con el ascenso gubernativo de Coalición Canaria, pareciendo más una reafirmación interesada del origen bereber de los guanches que ha una investigación científica. La poca trasparencia por parte de las autoridades para revelar el lugar y las circunstancias, junto al hecho de la aparición de personajes que vendieron[1] la piedra, hace pensar en que si bien la roca no es un objeto falso, si pudiera estar descontextualizado, no siendo una entidad arqueológica de la isla de Tenerife sino del vecino continente africano.

Fernando Hernández

Antropólogo

[1] https://web.archive.org/web/20160303175312/http://www.atan.org/patrimonio/zanata/da.htm

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