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Las conocidas como zumbadoras o bramaderas han sido objetos que han despertado interés –y no pocas controversias- sobre su uso en muchas regiones y culturas del mundo. Su adscripción paleolítica sugiere a los arqueólogos y antropólogos de que pueda tratarse de uno de los primeros instrumentos musicales con una connotación cultual, utilizado en amplios rituales por todo el planeta.

Repartida desde África pasando por Oceanía, América y Europa han sido motivo de que sea todo en un clásico antropológico desde el siglo XIX, hasta hoy en día. Aunque su uso fue ampliamente utilizado en muchas culturas ancestrales -como el caso de los nativos australianos que la siguen utilizando actualmente en ceremonias y para comunicarse a largas distancias- en ciertas regiones han quedado relegados a simples “juguetes” por los niños, ignorándose por muchas comunidades su antiguo contexto ritual.

Fabricados en muchas culturas con madera, también se han registrado otros en hueso, piedra, cerámica y ocasionalmente de metal.

El diseño de estos artefactos tienen rasgos distintivos en las zonas geográficas donde se han encontrado, pero las más comunes siguen un patrón ancestral desde épocas muy antiguas, siendo por lo general planas, con forma elíptica, más estrechas en las puntas que en el centro. En uno de sus extremos se le practica un agujero por donde se pasara la cuerda o cuero para rotarla en el aire. El  borde se ejecuta convexo para incidir en su sonido, junto a las dimensiones del mismo; las de mayor longitud emitirán tonos graves y por el contrario las de menor tamaño los emitirán más agudos. La velocidad de rotación del instrumento y el largo del cordel, es otro de los factores que influyen en la sonoridad.

LAS ESPATULAS GUANCHES

En el sur de la isla de Tenerife, este tipo de objetos conocidos como silbadores, hay testimonios de que fueron utilizados ampliamente en el siglo pasado; por los niños en sus juegos y por los agricultores como medida para ahuyentar a las terribles plagas de langostas, pájaros e incluso para atraer el tiempo de lluvias.

¿Se podría conjeturar que estos artefactos fueron parte de rituales propiciatorios del pasado nativo? Pensamos que sí a priori, a falta de investigaciones antropológicas más profundas  sobre estos objetos que, ha día de hoy, vegetan en el museo con el epígrafe de “espátulas” sin más justificación científica y que se han en distintos yacimientos de la isla.

En este sentido, en un artículo publicado por el eminente musicólogo canario Lothar Siemens Hernández[1], apunta a este tipo de objetos hallados por Diego Cuscoy, como posibles bramaderas utilizadas con fines musicales. Si bien este tipo de piezas fue catalogadas por Diego Cuscoy como espátulas, la morfología de las mismas no concuerdan con una pieza que se supone para utilizarla en la fabricación de cerámica, máxime cuando para tales menesteres se ha utilizado un trozo de madera más o menos recta o una laja pequeña de piedra, que aun utilizan los alfareros de cerámica tradicional en la actualidad.

Las dimensiones de las piezas, fabricadas con hueso de cabra, su configuración junto al pequeño orificio practicado en un extremo, concuerdan más con lo que conocemos de las bramaderas que con espátulas para el trabajo cerámico.

La intencionalidad a la hora de trabajar un objeto al cual se le atribuyen ciertos poderes difiere a los que se utilizan para determinada funcionalidad profana. Los primeros están trabajados con esmero, no ya por su carácter ritualisticos, sino por el grado de pulcritud con el que se elaboran y es en este caso lo que encontramos con las llamadas espátulas guanches; que la laboriosidad que presentan no concuerda con la utilidad que se le quiere adscribir.

Si bien, a priori, los yacimientos donde se produjeron los hallazgos de estas piezas no presentan un contexto sagrado hay uno de ellos donde su utilización cultual está totalmente justificada. En el sur de Tenerife en la localidad de Guargacho, se descubrió a principios de la década de los años 70 del pasado siglo por parte del cabrero Salvador González Alayón.

Estudiado posteriormente por Diego Cuscoy, determino de que se trataba de un lugar concerniente con las ceremonias propiciatorias, sacrificio de animales y convites colectivos. Entre los numerosos utensilios que se encontraron en el yacimiento, surgieron de nuevo este tipo de artefactos que refuerzan una hipótesis de objetos de carácter sagrado.

Solo un estudio más concienzudo sobre este tema en un futuro, clarificaría una pieza que podría tener un componente diferenciador muy útil en la cosmogonía y rituales de los antiguos guanches.

Fernando Hernández González
Antropólogo

[1] SIEMENS HERNÁNDEZ, L.: “Instrumentos de sonido entre los habitantes prehispánicos de las islas canarias”. Anuario de Estudios Atlánticos, núm.15-1969.

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