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El mito de la leche como el alimento más completo y saludable se desmorona sin remedio. Al incremento en la intolerancia a la lactosa se suman estudios que la descartan como la mejor fuente de calcio en personas adultas, por no hablar de su contenido en hormonas, antibióticos y pesticidas que contiene. Afortunadamente hay alternativas sabrosas y muy saludables.

Estas líneas no pretenden convencerle de lo perjudicial que en teoría puede llegar a ser la leche animal y sus derivados. Es evidente que en torno a los lácteos se articula buena parte de nuestra alimentación y modificarla, erradicándolos de la misma sin contar con alternativas nutricionales, quizá no sea lo más conveniente. Frente a su alto contenido en grasas perjudiciales podemos optar por las variedades desnatadas, hacer frente al problema de la lactosa consumiendo la que ya viene sin ella, y zanjar las dudas sobre hormonas, antibióticos y pesticidas recurriendo a las producidas en un contexto ecológico y sostenible. Esos criterios los podemos ampliar a muchos de sus derivados, como quesos y yogures, aunque se puede volver algo tortuoso sí pretendemos que alcance a la totalidad de los alimentos que contienen leche en su elaboración. Al parecer el hombre es el único animal que consume leche tras el destete, hecho que se interpreta como antinatural como las voces disidentes pero que parece tener más que ver con la disponibilidad del producto, es decir, con la transformación industrial que genera mucha leche para el consumo, que con que sea ésta sea saludable o no. Ahora bien, si decidimos dejar la leche podemos estar tranquilos puesto que existen alternativas muy saludables y digestivas que nos aportarán con solvencia los nutrientes que buscamos en ella, como es el caso de calcio, proteínas del alto valor biológico, vitaminas y minerales.

El acceso a las bebidas vegetales era muy difícil o incluso bastante caro hasta hace poco, pero el aumento de la demanda ha propiciado su mayor disponibilidad y abaratamiento, aunque persisten notables diferencias en cuanto a calidad, algo que se soluciona alternando y combinando variedades para lograr productos más completos. También podemos elaborarlas nosotros de forma sencilla, con materias seleccionadas directamente y de calidad, ajustando el dulzor, añadiendo frutas, etc…. El colado y la conservación son claves. María del Mar Gómez firma un clásico muy útil “Todas las leches vegetales” (Océano)

Como hemos indicado hoy en posible encontrar en el mercado una amplia variedad de leches o bebidas vegetales, todas ellas sin gluten y en algunos casos combinando dos o más cereales, con azucares y sabores naturales, enriquecidas con vitaminas o calcio, etc, muchas de ellas comercializadas por la propia industria de la leche¡

LECHE DE AVENA. Cuenta con un dulzor natural y un sabor muy agradable, casi cremoso. Tiene una notable proporción de vitamina B y proteínas equipadas con aminoácidos esenciales, así como hidratos de carbono de absorción lenta y omega 3. Además su beta-glucano es muy beneficioso para la flora intestinal. Su avenina tiene un ligero efecto sedante y algunos estudios apuntan a propiedades protectoras contra el cáncer de colón.

LECHE DE SOJA. Su consumo está muy extendido y su alto contenido en proteínas de alto valor biológico la convierte en la alternativa más completa. Carece de grasas saturadas y tiene un efecto reductor en el colesterol y los triglicéridos. La industria ha logrado suavizar su sabor y enriquecerlas nutricionalmente. Considerando la gran industria que se mueve en torno a esta legumbre, los estudios sobre sus pros y sus contras son contradictorios, especialmente en lo relativo al efecto negativo en niños y mujeres de los fitoestrógenos que contiene.

LECHE DE ARROZ. Muy digestiva y de paladar suave, la leche de arroz aporta hidratos de asimilación lenta y en el caso de ser integral vitamina B6, niacina y magnesio. Por el contrario, las proteínas son escasas y el resto de vitaminas y minerales casi testimoniales. Es la menos alérgena de todas y el contenido en grasas es mínimo, aunque todos sus parámetros mejoran sí les añadimos calcio o algo de aceite vegetal.

LECHE DE ALMENDRAS. Al igual que las anteriores no tiene gluten ni colesterol, presentando un sabor ligeramente dulce y cremoso. Tiene una buena proporción de fibra prebiótica, potasio, calcio, vitamina E y proteínas, así como grasas saludables que contribuyen a corregir los niveles elevados de colesterol y triglicéridos. Aportan saludables antioxidantes.

LECHE DE AVELLANAS. Las vitaminas B1, B6 y E así como la fibra son cuatro de sus grandes tesoros. Su aporte de magnesio y fósforo también es considerable, así como su contenido en proteínas y especialmente en grasas saludables protectoras a nivel cardiovascular.

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