COMPARTE:

Como la típica e incombustible serpiente de verano periodística, la noticia sobre el enésimo estudio científico que demostraría que la Sabana Santa de Turín es un fiasco, un fraude elaborado en época medieval y no un objeto arqueológico del siglo I contenedor de singulares anomalías, ha ocupado bastante espacio en los medios de comunicación convencionales, convirtiéndose prácticamente en un viral. El nuevo estudio se publica en Journal of Forensic Science y en resumen plantea que por lo menos la mitad de las machas de sangre de la tela fueron pintadas. Otra vez, y ya van muchas, se pretende afirmar que la ciencia demuestra que la Síndone es una falsificación. Ese titular lo venimos leyendo desde la década de los ochenta del siglo pasado. La Sábana Santa es un tema incómodo y polémico, sin lugar a dudas, y atacar a la Iglesia aunque sea tangencialmente, un deporte con audiencia, con un notable share para el que importa poco sí se lleva o no razón. No entraré en el debate en este texto introductorio. Simplemente invitó al lector a contemplar lo recurrente que resultan dichas noticias reveladoras y definitivas, amplificadas por los medios como verdades consumadas e incontestables. Lo que haremos es prestarle voz a los argumentos de quienes ven en dicho estudio otro intento fallido, y hasta cierto punto chapucero, de mostrarse como lo que no es. Alfonso Sánchez Hermosilla es médico y antropólogo forense, y es a su análisis al que nos remitiremos. Nos envía este texto Andrés Brito, periodista cuya tesis doctoral se ocupó precisamente de la distorsión mediática que sufren las noticias relacionadas con la Sábana Santa.  Se dirá que Sánchez Hermosilla es sindonólogo y por tanto favorable a la autenticidad de la Sábana Santa…sin embargo, quien quiera refutarle que lo haga con argumentos que estén a la altura de los por él presentados. (José Gregorio González)

 

RESPUESTA AL ARTÍCULO “A BPA APPROACH TO THE SHROUD OF TURIN”. Matteo Borrini, Luigi Garlaschelli

El artículo presenta numerosos errores formales y conceptuales que le alejan de la credibilidad científica.

En primer lugar, ninguno de sus autores es Médico Forense, por lo que carecen de la experiencia y conocimientos necesarios para afrontar exitosamente cualquier tipo de investigación con manchas de sangre humanas.

Los “experimentos” se han realizado con un ser humano vivo, sano y sin lesiones traumáticas de ningún tipo, y con un maniquí que recuerda vagamente un torso humano. Pero no con un ser humano vivo que haya sufrido las mismas lesiones y con la misma cronología que el Hombre de la Síndone, y tampoco con un cadáver que cumpla los mismos requisitos, luego el “experimento” NO reproduce, ni siquiera aproximadamente las circunstancias en las que se produjeron las manchas de sangre.

Además, el sujeto voluntario sobre el que se realizó el “experimento”, no presentaba vello cutáneo en los antebrazos, al menos eso es lo que se aprecia en las fotografías del artículo, y el Hombre de la Síndone podía tenerlo o no. No tenemos datos científicos sobre este punto. Pero de tenerlo, los tallos capilares suponen obstáculos al paso de cualquier fluido, modificando su trayectoria. Esta circunstancia no se ha tenido en cuenta.

El “experimento” se ha realizado con sangre humana procedente de donante, anticoagulada y conservada en frio, y fluye por la aguja de una cánula, mientras el “voluntario” está inmóvil. Pero no con sangre viva fluyendo de una herida abierta y con latido cardíaco que la impulse, y con una persona que se mueve, se debate por una respiración estertorosa y agitada. Tal y como es previsible que ocurriese en el caso del Hombre de la Síndone.

Las cualidades físicas de la sangre anticoagulada son muy diferentes de la sangre viva sin anticoagular, sobre todo su viscosidad y tensión superficial, es decir, que su comportamiento como fluidos que son, es muy diferente en ambos casos.

Por otra parte, las cualidades físicas de la sangre anticoagulada, también son muy diferentes de las de la sangre cadavérica. Que a su vez, es muy diferente de la sangre viva.

Pero es que además, la sangre del Hombre de la Síndone era patológica, estaba muy diluida como consecuencia de las hemorragias sufridas, y su ph era ácido, consecuencia de la asfixia, por lo que su comportamiento también es muy diferente del de la sangre viva y permítaseme la expresión: sana.

Si esto no fuese suficiente, por la herida del costado, no sólo fluyó sangre cadavérica, sino además, coágulos de sangre postmortem, líquido pleural, líquido pericárdico, (ambos consecuencia de la flagelación), y líquido de edema pulmonar, consecuencia de la asfixia. Es improbable que todos estos fluidos saliesen mezclados de forma homogénea. Lo más probable es que lo hicieran de forma heterogénea. Nada de esto se ha reproducido en el “experimento”.

El público en general, y muchos “expertos” también, cree que los cadáveres humanos NO sangran. Esto es falso. Cuando hay heridas profundas, los cadáveres presentan hemorragias postmortem, sobre todo si se movilizan, y el cuerpo del Hombre de la Síndone fue movilizado y manipulado, luego sangró abundantemente por sus heridas y orificios naturales. Y dicha sangre era sangre cadavérica, no sangre viva, ni sangre anticuagulada químicamente.

El “cinturón de sangre” no se produjo al fluir la sangre entre el cadáver y el lienzo de la Síndone, sino que al colocar el cuerpo sobre la tela, éste sangró y vertió un reguero de sangre que reproduce perfectamente la trayectoria relativa entre el cadáver y el material textil que absorbió dicha sangre. Esta circunstancia tampoco ha sido tenida en cuenta.

CONCLUSIONES

El “experimento” NO reproduce ni remotamente las condiciones en las que se produjeron las manchas de sangre de la Síndone de Turín. En estas circunstancias, las conclusiones del artículo carecen TOTALMENTE de valor científico.

Los autores del artículo, dada su inexperiencia y su falta de los conocimientos mínimos necesarios, han cometido graves errores en la planificación e interpretación de los resultados de su “experimento”.

El artículo no debería haber sido publicado en un medio científico especializado, se supone que las personas que han evaluado la idoneidad de dicho artículo SI deberían tener los conocimientos y la experiencia necesarios. En el caso que nos ocupa, o no la tienen, o la han obviado por motivos que se desconocen.

Alfonso Sánchez Hermosilla

Médico Forense. Antropólogo Forense

Cartagena, (Spain), 2018-07-18

COMPARTE: