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LA ÚLTIMA PUERTA

Al borde de la muerte con el Dr. Miguel Ángel Pertierra

 

LAS EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE, EN LAS QUE UNA PERSONA EXPERIMENTA LA SENSACIÓN DE ABANDONAR SU CUERPO Y MANTENER CON PLENITUD SU CONCIENCIA, PARA POSTERIORMENTE AVANZAR POR UNA SUPERFICIE TUBULAR AL FINAL DE LA CUAL SE VISLUMBRA UNA LUZ, CONSTITUYEN HOY POR HOY UN CONTUNDENTE DESAFIÓ PARA LA CIENCIA MODERNA.  MUCHOS HABLAN DE CÓMO SALEN A SU ENCUENTRO FAMILIARES FALLECIDOS Y ENTES ESPIRITUALES, MIENTRAS QUE NO FALTAN LOS QUE RETORNAN CON PROFUNDOS CAMBIOS PERSONALES. EL MÉDICO MIGUEL ÁNGEL PERTIERRA HA VIVIDO EN SUS PROPIAS CARNES ESTA DESCONCERTANTE EXPERIENCIA, QUE INCLUYE EN SU LIBRO “LA ÚLTIMA PUERTA”

Aunque desde la ciencia más académica y jerarco-dependiente se han esbozado varias explicaciones “racionales” que, de forma bastante parcial e incompleta, pretenden explicar y reducir a las complejas experiencias cercanas a la muerte a los efectos de la falta de oxígeno o a chispazos eléctricos que se origina en estas situaciones límite, el fenómeno con sus desafiantes manifestaciones de no localidad de la conciencia y objetividad de la información aportada por los protagonistas mantiene su pulso a la razón y a los convencionalismos. La casuística se incrementa a pasos agigantados, mientras se aberruntan escenarios científicos que al menos en el marco teórico, pueden dar acomodo a lo que por ahora sigue siendo inexplicable, y precisamente por ello, injustamente despreciado o ignorado. Miguel Ángel Pertierra es médico, con una sólida formación científica y una experiencia profesional que de manera innata, teóricamente, le tendría que situar en una posición crítica con estas vivencias. Sin embargo su curiosidad, su necesidad de saber y su honestidad le llevaron a indagar en éste y en otros terrenos en los que lo inexplicable se manifiesta sin importarle nuestros prejuicios. Por entonces no podía saber que también él se convertiría en un protagonista de lo insólito, y que esa vivencia personal la incluiría en una apasionante monografía sobre las ECM, “La Última Puerta”, de editorial Oberón.

–¿Qué ha supuesto la publicación de La Última Puerta?

Cuando empecé a recoger y estudiar cada uno de estos casos, nunca pensé en la posibilidad de plasmarlos en un libro como “La Última Puerta”, que bien como fruto de la casualidad o más bien de la causalidad, ha culminado con su publicación. Para mí es la plasmación de un conjunto de investigaciones llevadas a cabo durante más de tres lustros, que me ha permitido trasmitir al lector una serie de estudios en el campo apasionante que hay en el límite de la vida.

–¿Qué reacciones ha generado el libro?

Hasta ahora, muy positivas, en todos los ámbitos, incluyendo el sanitario, ya que es una forma de acercar estas experiencias al público en general. Son muchas las muestras de afecto y apoyo de las personas que lo han leído, pero incluso sí se dan críticas en contra serán bien recibidas si se formulan de manera respetuosa y constructiva.

–Para alguien del ámbito científico y medico como usted no habrá resultado fácil tener visibilidad dentro del mundo del “misterio ¿Ha corrido con suerte o por el contrario, se ha sentido desplazado, ignorado…?

Precisamente las personas que estamos en el ámbito científico tendríamos que estar más en contacto con lo que se ha llamado “el mundo del misterio”, porque muchos de los campos en los que nos movemos e investigamos son entendidos como tales y aquello que hoy pueda ser considerado como una entelequia e irreal, mañana será entendido como una de las “verdades irrefutables” de la ciencia. El ser desplazado o no, depende mucho del ego de cada uno, porque si estás seguro que realiza las cosas desde un punto de vista serio y honesto, no hay desplazamiento que valga, aunque las corrientes de investigación se desplacen prioritariamente hacia otros campos.

–¿Las experiencias cercanas a la muerte son más frecuentes ahora que antes, tal vez por la tecnología en resucitación artificial, o la gente se siente más cómoda contado sus experiencias ahora y por tanto emergen una casuística preexistente?

Por las investigaciones y mi experiencia personal, yo diría que ambas cosas, por una parte la R.C.P o Reanimación Cardio Pulmonar es cada vez más frecuente y gracias a ella se “salvan” más vidas de ese punto de “no retorno”, y por otra parte, el tema de las E.C.M. han dejado de ser un tabú en la sociedad y en el entorno científico y sanitario, por lo que se habla de ellas abiertamente y las personas que las tienen se encuentran más cómodas contando sus experiencias.

–Tras estudiar las ECM ¿piensa usted que estas experiencias apuntan directamente a la trascendencia del ser humano, a la existencia de un componente inmaterial y consiente que sobrevive a la muerte física?

No sólo lo pienso, sino que tengo la certeza de que es así. La E.C.M. no es más que la punta del iceberg que muestra una pequeña parte de una realidad que se haya detrás de esa “última puerta” de la vida, o la “primera puerta” de una realidad que todavía desconocemos en gran parte, pero que nos hace atisbar la existencia tras la vida física de una forma distinta y con algo que para mí al menos es fundamental, la persistencia de la identidad de la persona tras el fallecimiento del cuerpo físico.

–¿Considera factible que la idea de trascendencia, conceptos como “vida más allá de la muerte”, “resurrección al final de los tiempos”, inmortalidad, etc…estén directamente relacionados con que se hayan vivenciado las ECM desde antaño?

Sin entrar en alegatos de creencias de ningún tipo, habría que considerar que el concepto de trascendencia está directamente relacionado con las E.C.M., así como la existencia de una realidad más allá del cuerpo material. Lo que desde luego habría que definir primordialmente es qué es lo que ocurre después, pues es como el símil de la persona que está en una playa, a la orilla del océano, y solo conoce el borde del mismo sin vislumbrar lo que hay en su interior.

–Sin embargo y como alternativa a los que entienden que hay un componente trascendente, existen teorías más racionales que sitúan este tipo de fenómenos en la esfera de la falta de oxígeno, estallidos bioquímicos y eléctricos, etc…¿ cuáles son las evidencias que invitan a ser escépticos con estas posturas racionales?

Bastantes son las evidencias que hacen que muchas de las E.C.M. puedan ser explicadas desde el punto de vista científico, y desde luego, una parte de mis investigaciones ha estado encaminada a descartar aquellos casos en los que eso era lo factible, dado que la respuesta racional es la primera que debemos aceptar. Pero siendo esto así, no significa que esa respuesta racional sea la única, ya que hay muchos, muchos casos, en los que aun reconociendo nuestro desconocimiento de aspectos de la fisiología humana, no podemos atribuir a alteraciones orgánicas ciertos eventos, ni tampoco al producto de la casualidad.

–En la actualidad ¿hay algún estudio que desde su punto de vista resulte más interesante, o especialmente revelador, en esta materia?

Muchos son los estudios y proyectos que están en marcha y que son muy interesantes, como el llamado “Proyecto Túnel” del Dr. José Miguel Gaona o el estudio AWARE, del Dr. Sam Parnia, así como múltiples investigaciones realizadas por muchos científicos a lo largo del planeta y de las que en un tiempo breve tendremos noticias. Desde luego quien se introduce en la investigación de este tema no suele abandonar en su intento de llegar al conocimiento más profundo, a la respuesta de la pregunta de las preguntas, qué hay detrás de la muerte física.

–En estos días se edita en España un libro precisamente de Sam Parnia, “Resurreciones”, en el que propone reconsiderar la temporalización del proceso de la muerte….algo que ya parecía tenerse en cuenta por diversas culturas del pasado…¿qué opina?

Sam Parnia es uno de los investigadores más importantes de estas experiencias y su bagaje personal y científico lo avalan, horadando cada vez de una forma más profunda en el proceso de la vida y la muerte. En cuanto a la temporalización de la muerte o el “Efecto Lázaro”, es uno de los grandes retos que tiene el ser humano desde los albores del tiempo, la resucitación humana. Debido a los medios y conocimientos que tenemos, vamos avanzando cada vez más en la noción sobre la vida y la muerte, la posibilidad de vencer  a nuestro antojo y necesidad, a ese reloj de arena que todos damos vuelta al nacer y que más tarde o más temprano se agota.

–¿Cambia realmente la vida de quienes viven estas experiencias, o es un tópico? Y de ser auténtico ese cambio, ¿es explicable como consecuencia de haber estado en una situación extremadamente crítica, más que por haber vivido la ECM?

El cambio existe y está ahí, de una u otra forma y de una u otra manera. Cada uno lo vive y lo siente diferente dependiendo de la idiosincrasia personal, pero en todos y cada uno de los casos he podido encontrar cambios personales muy profundos de distinta índole. Desde mi punto de vista son atribuibles a las E.C.M.s porque desde luego he podido constatar, por mi profesión, otros muchos casos tan impactantes y críticos que no han estado acompañados de E.C.M., en los que ese cambio no ha existido en ninguno de los campos. Creo que habría que plantearse la pregunta de qué es lo que ocurre en las E.C.M.s que la persona transmuta hasta experimentar en muchos casos una metamorfosis de su vida.

–Incluye ese cambio el desarrollo de ciertas habilidades que podríamos llamar “psíquicas” o es un tópico?

Para mí es uno de los conceptos y realidades que más me ha costado aceptar, la existencia de una serie de capacidades, desconocidas hasta ese momento por la persona que te lo relata. Sobre todo la capacidad de precognición, o quizás de afinado discernimiento, que se ha presentado en muchas de estas personas, independiente de la condición particular de cada uno de ellos. Otros refieren otra serie de capacidades muy variopintas pero que al no poder constatarlas por el momento, no dejo más que proponerlas como otra “línea de investigación”.

–Casi nunca se habla de ECM negativas…los porcentajes son muy bajos, ¿qué opina al respecto? ¿La gente evitar hablar de ellas o la ECM es mayoritariamente placentera? ¿Ha encontrado algún caso de este tipo?

Existen, están descritas, y en mi caso he tenido la ocasión de encontrarme un episodio de este tipo para el que, como en todos los casos, no tenemos explicación por el momento de qué es lo que ocurre para que así haya sido. Sí podemos sacar en “beneficio” que la existencia de las mismas podrían desbaratar en gran parte la explicación racional y uniforme de las E.C.M.s, porque los pacientes o personas que las han experimentado también han recibido un tratamiento estándar por parte del colectivo sanitario, de manera que deberían haber respondido homogéneamente al tratamiento o a las acciones efectuadas. En cambio, presentan circunstancias y actitudes totalmente diferentes a la mayor parte de los casos. Ante la pregunta, ¿qué ocurre aquí?, seguimos sin tener repuesta plausible, aunque están ahí y son un desafío a explicar.

–¿Ha sido fácil confesar en un libro y retratar su propia ECM? ¿No le puede traer más problemas, en el ámbito de la credibilidad frente a los hipercríticos, que beneficios? Le pueden acusar de estar condicionado…

Ni ha sido, ni fue nada fácil el poder reconocer y relatar el haber tenido una E.C.M,, pero no solamente en el ámbito público sino en el familiar y personal. A mí me costó más de ocho meses el poder contar esta experiencia a mi entorno más cercano, que contaba con personal sanitario de toda índole. La credibilidad o no de lo relatado me es del todo indiferente, ya que para mí ha sido y es una realidad irrefutable que por mores del destino ha tenido la oportunidad de hacerse pública, aunque no está en mi intención, como en cualquier estudio científico, la búsqueda de una aceptación gratuita a toda costa. El contar o no mi experiencia ha sido un gran reto para mí, bien para dejar que se pierda en los anales del conocimiento más cercano o para trasmitirlo para aquellos que quieran conocer una verdad que está ahí y que, aunque se niegue una y otra vez, no va a dejar de estar presente.

 

                                                           José Gregorio González

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