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HACE TIEMPO QUE LOS PLATILLOS VOLANTES DEJARON DE SER NAVES DE OTROS PLANETAS TRIPULADAS POR EXTRATERRESTRES, POR ALIENÍGENAS INTERESADOS EN NUESTRO PLANETA, EN SUS FORMAS DE VIDA O EN LOS POTENCIALES RECURSOS QUE ATESORA. DURANTE ALGUNAS DÉCADAS ESA OPCIÓN, PLAUSIBLE, FUE DEFENDIDA CON VEHEMENCIA, EN UN FALLIDO INTENTO DE DAR SENTIDO AL COMPORTAMIENTO APARENTEMENTE ERRÁTICO Y REBELDE QUE PARECE INHERENTE AL FENÓMENO OVNI. LA TEORÍA DE LA DISTORSIÓN, ACUÑADA POR EL UFÓLOGO JOSÉ ANTONIO CARAVACA, ASPIRA A ARROJAR LUZ SOBRE EL MISTERIO DE LOS UFONAUTAS

El incombustible interés por el fenómeno OVNI y su tenacidad y perseverancia para estudiarlo e investigarlo hasta sus últimas consecuencias convierten al ufólogo gaditano José Antonio Caravaca en una verdadera anomalía, en un críptido genuino en medio de un ecosistema donde predominan las formas de vida clónicas y desprovistas de pensamiento propio. Con sus cercanías y distancias me vienen a la mente otros ufocríptidos como Moisés Garrido, Pedro Canto, Marcelino Requejo o Miguel Pedrero, abiertamente preocupados por tratar seriamente y sin ningún tipo de concesiones que comprometan el rigor, el misterio de los No Identificados. Sin duda existen algunos nombres más, pero ésta crónica no va sobre eso. Por el contrario, queremos reclamar la atención del lector sobre el interesante trabajo de Caravaca y la esencia de su modelo teórico para entender el origen y la dinámica de los llamados encuentros cercanos dentro de la ufología, un modelo que ha bautizado como “Teoría de la Distorsión”. Tomemos en cuenta como punto de partida que el Fenómeno OVNI aglutina una incalculable casuística en la que se concluyen con bastante desorden, una rica variedad de testimonios que describen hechos muy diversos. Sin pretender ser exhaustivos ni circunscribirnos a las clasificaciones básicas del fenómeno, la inmensa mayoría nos hablan de observaciones de luces o estímulos visuales lejanos que son percibidos por los observadores con extrañeza, lo que no implica en la mayoría de las ocasiones que dicho comportamiento sea objetivamente extraño, pero es valorado como tal por los testigos. Otra porción del pastel ufológico, sustancialmente menor, lo representan los episodios con mayor proximidad, donde la cercanía y las condiciones visuales permiten constatar con más criterio y elementos la extrañeza de lo observado, una porción en la que además concurren otros ingredientes como pueden ser los efectos sobre el terreno, vehículos, aparatos electrodomésticos, etc.. Finalmente, y dejando a un lado las migajas de aquellos episodios donde el misterio de los OVNIs y sus presuntos tripulantes vapulea nuestra intimidad al colarse hasta nuestras propias alcobas, el trozo de pastel más suculento lo constituye el de los encuentros cercanos con los presuntos tripulantes de las presuntas naves interplanetarias. Como acertadamente se preocupa de recordarnos José Antonio Caravaca en su libro “Encuentros cercanos con OVNIS. Introducción a la Teoría de la Distorsión”, cuando más cerca están los OVNIs más lejos nos encontramos de entenderlos. Desde la óptica de la hipótesis extraterrestre, que ha perdido bastantes simpatizantes y según la cual una parte del misterio OVNI se explica por las visitas en aparatos tecnológicos de civilizaciones extraterrestres más avanzadas, debería de existir cierta coherencia, cierto patrón detrás de los encuentros cercanos. Cabría esperar que los alienígenas y sus naves se parecieran entre sí algo más, que no se comportaran como sí no existieran otros episodios o fuesen a darse en el futuro más encuentros entre tripulantes de OVNIs y humanos. Caravaca pone la lupa en estos y otros asuntos y se pregunta el motivo por el que unos tripulantes no hablan de otros, por las incomprensibles diferencias en las tipologías, por la existencia de tuercas, tornillos, trenes de aterrizaje, restos de combustible y demás elementos “retro” en naves que parecen viajar a la velocidad de la luz, o bien contar con una tecnología que incluso supera o es capaz de esquivar esa frontera.

ABSURDO, ONÍRICO Y MENTAL

Invito al lector de Claves del Camino a que conozca el trabajo de José Antonio Caravaca y recorra con él el laberintico enigma de los encuentros con los tripulantes de los OVNIs. Descubrirá al menos una treintena de casos que visibilizan lo raro que resulta esta faceta del fenómeno: el 25 de octubre de 1954 se observaron en Macerata, Italia, tres seres delgados y apariencia humana de apenas 30 cm de altura saliendo de un artefacto con forma de barril que no superaba el 1,5 m.; el 15 de mayo de 1955 en Dinan, Francia, se observó junto a un aparato lenticular con cúpula a dos humanoides de 1,60 metros de altura que aparecieron enfundados en trajes metalizados que recordaban al muñeco de Michelín; una nave con forma de tinaja fue vista en Gerena, Sevilla, en noviembre de 1978 por dos testigos, al pie de la cual había un humanoide de dos metros de altura, con casco y aparentemente sin brazos; finalmente y buscando no extendernos y destripar el trabajo de Caravaca, citemos el episodio ocurrido en septiembre de 1952 en Sutton, Virginia Occidental, donde se informó del avistamiento de un objeto discoidal rojizo que resplandecía en pulsaciones, junto al que fue visto tal y como se explica en las páginas de “Encuentros cercanos con OVNIS” “un gigantesco ser de más de tres metros de altura, con el rostro rojo y sudoroso, en fundado en una especie de manto de color verde oscuro con capucha y falda. El <monstruos> se movía con pasmosa agilidad y parecía flotar sobre la hierba. De sus penetrantes ojos rojos surgían rayos de luz azulada. Tras describir un amplio movimiento circular se dirigió hacia el ovni”

El trabajo que referenciamos tiene puntos en común con los sugerentes, y en gran parte incomprendidos, enfoques de figuras como John Keel o el propio Jacques Vallée, aunque aspira a dar un paso más sin que ello deba ser interpretado como un signo de envanecimiento. Disiente con Vallée, por ejemplo, cuando le resta importancia al llamado “factor absurdo”, ese elemento tan irritante como sugerente que presentan los casos y con los que se suele romper la poca coherencia y la lógica que pueden tener o aspiramos a encontrar en los episodios. Ese “factor absurdo” se puede manifestar en el atuendo extravagante de los tripulantes, en algún mensaje incomprensible que dejan o un comportamiento sin lógica humana. Caravaca simplemente ejercita su inventiva poniendo al descubierto cuestiones como las similitudes que existen entre los contenidos oníricos, es decir, la manera en la que cada noche se construyen nuestros sueños o al menos cómo los retenemos en la conciencia, y la forma en la que se desarrollan los acontecimientos en un encuentro cercano con tripulantes de los ovnis. Por lo general no nos cuestionamos demasiado la extravagante y distorsionada dinámica de los sueños, motivo por el que Caravaca invita a que tampoco debemos de hacerlo con eso que llamamos “absurdo” pues responde a patrones similares. La clave esencial de la Teoría de la Distorsión serían los contenidos mentales presentes en la conciencia o almacenados en el inconsciente del sujeto. Según la propuesta de su autor, el encuentro cercano con presuntos alienígena se construye a partir de la información que anida en la mente del testigo, que se utiliza como materia prima por un “agente externo desconocido” para crear una “ilusión”, una vivencia similar a las oníricas. Ese contenido mental único se visibiliza y vivencia de forma distorsionada, de ahí el nombre de la teoría. Ello explicaría varias cosas, desde las diferencias y particularidades que presenta cada caso de encuentro cercano, diferente pues el contenido mental de cada persona es diferente, a la conexión que los investigadores pueden encontrar si son tenaces en su trabajo y tiene acceso a suficientes datos, entre los elementos de la experiencia y los de la propia realidad cotidiana del testigo. Llegados a este punto cabe preguntarse cuál es la naturaleza y motivaciones de ese agente externo desconocido que es capaz de penetrar en la mente de los testigos, extraer información y construir a partir de la misma una vivencia que el sujeto percibirá como externa y real. Caravaca sospecha que el verdadero aspecto de ese agente externo desconocido, necesariamente inteligente, dista mucho del que presentan en las experiencias los ufonautas, sugiriendo que puede ser una “entidad energética parasitaria” que se alimenta de las creencias humanas y de su interacción con los testigos. Sugerente, sin duda.

Encuentros cercanos con OVNIS. Introducción a la Teoría de la Distorsión está editado por el sello Guante Blanco dentro de una nueva colección llamada El Círculo del Misterio, un ejercicio de creatividad e innovación en el demasiadas veces conservador mercado del libro. Estamos ante una oportunidad para reencontrarnos tanto con la lectura como con el apasionante misterio de los OVNIs.

José Gregorio González

Texto publicado originalmente en el suplemento La Prensa del periódico El Día, de Santa Cruz de Tenerife, sábado 31 de marzo de 2018

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