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EL TERCER HOMBRE DE LA TEJITA

Suso Santos, el testigo perdido de un encuentro mítico con OVNIs

En la segunda mitad de los años 70 del siglo pasado, Canarias en general y Tenerife en particular, se convirtieron en el epicentro del misterio a nivel nacional, gracias a la concurrencia de diversos casos de avistamientos de OVNIs que alcanzaron enorme notoriedad. Es precisamente en esa época, cuando la prensa nacional hablaba casi a diario del fenómeno, cuando tienen lugar un extraño episodio en la Playa de La Tejita, en el sur de Tenerife, protagonizado por Paco Padrón, Emilio Bourgon y un tercer hombre que guardó silencio durante décadas: Manuel Jesús Santos Brito.

“9 de junio de 1975, 23:30 H. Playa de La Tejita”. Esos eran los datos de los que disponían los protagonistas de uno de los casos de encuentros cercanos con OVNIs más importantes de la ufología española. Una fecha, una hora y un lugar, que no es poco. Hoy en día los que curioseamos o investigamos con desigual acierto este escurridizo y provocador fenómeno no contamos con oportunidades como aquella, potenciales encuentros con cita previa para contemplar la aparición y evoluciones de un OVNI. Hace tiempo que no hay individuos o grupos de personas que tengan un contacto, o una relación con el misterio OVNI, en el que sean capaces de solicitar y conseguir una manifestación física y visual que pueda y servir como “prueba de la realidad” –para ellos mismos o para terceros- del contacto que dicen y creen estar protagonizando. De darse esa posibilidad hoy en día, habría recursos tecnológicos adicionales y estrategias de investigación muy eficientes en manos de los ufólogos para abordar estas oportunidades de tomar contacto con lo potencialmente inexplicable.

“9 de junio de 1975, 23:30 H. Playa de La Tejita”. De forma recurrente, repetitiva, esos datos iban deletreándose en el tablero quija que con enorme fluidez se ponía en funcionamiento cuando Paco Padrón, Emilio Bourgon y Manuel Jesús Santos Brito colocaban sus dedos sobre el vaso.  Aunque pusieron cierta resistencia a realizar otra visita intempestiva a un lugar que por aquellos años resultaba poco accesible, finalmente decidieron ir. Pasaban unos minutos de la hora prevista, pero al llegar tras salvar la tortuosa carretera vieron unas luces ubicadas en frente de Montaña Roja, en la línea de mar, que sin titubear interpretaron como las de un barco. Poco después aquellas luces reaccionarían a las peticiones de interacción que les formulaban vía quija con encendidos y apagados, hasta que finalmente un potente foco terminaría por iluminar a pie de playa a los tres hombres. Un cierto grado de normalidad y frialdad acompaña en todo momentos a los testigos  a pesar del creciente nivel de extrañeza de lo que están viviendo. Tras unos minutos de conversación regresan al coche y el “barco” desaparece súbitamente…poco después y ya bien entrada la madrugada nuestros protagonistas deciden regresar con toda normalidad a Santa Cruz. Sin embargo este ya de por si sorprendente caso experimentaría un giro inesperado al día siguiente, cuando recapitulando, primero Padrón y Bourgon, y después Santos, llegarían a la conclusión de que en la reconstrucción de los hechos habían una laguna de más de una hora, un periodo aparentemente “borrado”, un tiempo perdido en la secuencia de lo vivido aquella noche. Las sesiones de hipnosis posteriores revelarían cómo, en el momento en el que son iluminados a pie de playa por el foco procedente del “barco”, los testigos se ven dentro de una sala equipada tecnológicamente y acompañados de humanoides que parecen ejecutar sobre ellos ciertos procedimientos “médicos”. Al parecer, había sido “abducidos” y el recuerdo de ese momento había sido borrado de su memoria.

EL TERCER HOMBRE, SUSO SANTOS.

A grandes rasgos estas es la experiencia vivida en La Tejita en la noche de aquel 9 de junio de 1975, tal y como tantas veces la contó nuestro añorado amigo y periodista Paco Padrón, y en menor medida también Emilio Bourgón. En la época, y gracias a diferentes reportajes periodísticos y al interés mostrado por el periodista navarro Juan José Benítez en éste y en otros casos ocurridos a posteriori, el encuentro previa cita al pie de Montaña Roja en la playa de La Tejita alcanzó un gran eco nacional e incluso internacional. No en vano, aquellos tres hombres habían establecido algún tipo de contacto por medio de la quija con “algo” que se identificaba como extraterrestre y que decía llamarse “Opat 35”, que había accedido a mostrarse físicamente. Y había cumplido¡ No sólo una, sino varias veces y con testigos diversos.

Sin embargo, desde el principio aunque de forma mucho más palpable con el paso de los años, se hizo evidente que uno de los protagonistas de aquella epopeya, José Manuel Santos Brito, “Suso Santos”, guardaba silencio. No aparecía por ningún lado, no había fotos suyas, su pista al contrario que la de Padrón y Bourgon se había diluido prácticamente el mismo día en el que se topó con aquellas extrañas luces en La Tejita. No se trataba de algo atribuible a la discreción con la que alguien, legítimamente, puede quiere gestionar una experiencia de tanta repercusión pública; simplemente, desapareció¡ Incluso la lectura detallada de la pormenorizada crónica de los hechos realizada por J.J.Benítez, que viajó tiempo después a Tenerife para conocer personalmente e interrogar a la totalidad del grupo, entonces ya constituido en Sociedad Atlántica de Investigaciones Parapsicológicas, destila cierta ambigüedad con respecto a la presencia física de Suso Santos en aquellos encuentros con el periodista navarro.

¿Qué había sucedido con el Tercer Hombre de La Tejita? Quizá etiquetarlo como “el Tercer Hombre” tiene más de literatura y licencia cinematográfica que de realidad, dado que puestos a ordenar, el bien pudo ser el “primer” o el “segundo hombre” antes o a continuación de Paco Padrón. En todo caso, ¿lo habían silenciado? ¿Tenía que contar una versión distinta a la de sus acompañantes? ¿Era un relato incómodo? ¿Acaso el impacto de lo vivido le apartó de la investigación de unos temas por los que sentía pasión?…

Éstas y otras preguntas similares han dado combustible a mi curiosidad durante años, pero todos los intentos personales que había llevado a efecto por dar con aquel testigo que nunca había hablado, resultaron durante más de dos décadas infructuosos. Y cuando no lo buscaba activamente y desde luego no lo esperaba en absoluto, encontré al testigo, o mejor dicho, el testigo me encontró a mí. Poco antes del pasado verano entramos en contacto y para finales del mismo, ya habíamos hablado amplia e incluso públicamente, de su experiencia.

-Llegamos a dudar de su existencia, ya que no había forma de dar con usted. Protagonizó un caso sensacional y después se esfumó…

Bueno, yo era joven. Primero estudié, luego el trabajo y el servicio militar. Quería viajar…conocer mundo, así de sencillo.

-Es decir, que ¿nadie le silenció, la experiencia no le traumatizó?

No, para nada. En absoluto. Todo fue muy normal. Vivimos aquello como parte de un conjunto de experiencias e investigaciones que realizábamos y poco después se me presentó la ocasión de viajar a Francia y lo hice. Era joven, quería vivir, trabajar, formarme…y simplemente me fui.

-Y lo hizo en un momento álgido, en el que ustedes tenían una gran popularidad…

Siempre me gustó investigar, la investigación pura y dura. El resto no iba conmigo. Empezó a llegar mucha gente y a formarse un grupo más amplio, todo muy rápido, nos llamaban de muchos sitios para ver casos, pero para cuando se creó la Sociedad Atlántica de investigaciones Parapsicológicas ya yo no estaba en Canarias. Paco me hizo llegar un carnet como corresponsal en Sudamérica, pero al final me marché a Francia

-Usted había estudiado turismo y comenzó desde muy joven a investigar junto a Paco Padrón.

Así es. Estudié turismo y conocí a Paco Padrón hacia finales de los años sesenta. Paco era como mi hermano. Trabajábamos juntos en Diana Publicidad, una agencia de referencia por la que pasaban las grandes voces canarias de la época. Aquel local, su oficina y estudio de grabaciones, era también el lugar donde investigábamos algunas cosas como las psicofonías o el trabajo con la quija. Fue una conexión directa, una simbiosis perfecta. Teníamos a nuestro alcance un estudio de grabaciones, con buen equipo, aislamiento… Nos lanzamos de cabeza y por entonces contactamos con Germán de Argumosa, con quienes intercambiamos grabaciones.

-En aquellos años no seria tan fácil hablar de estos temas

La verdad es que no era fácil publicitar estos temas, había que tenerlos bien puestos, ya que te colocabas en el centro del huracán. En eso destacó mucho Paco, muy valiente.

-La quija fue una herramienta crucial en el trabajo que realizaban ustedes

Eso muy impresionante, durante mucho tiempo. Un ingeniero amigo diseño unas placas especiales que median la presión que ejercíamos en el vaso y en el tablero. Media nuestro potencial, y cuando entraba alguna entidad, se notaban variaciones. Aunque esa parte electrónica no duró mucho, fue muy espectacular. En ocasiones tenía que haber una persona externa anotando lo que a toda velocidad iba dictando la quija.

-¿Y qué decía el tablero, la quija? ¿Qué tipo de información surgía en las sesiones?

Las comunicaciones eran lo clásico, presuntos espíritus que parecían pertenecer a diferentes niveles, eso sí, siempre con mucha velocidad. Eso fue así hasta que un día sale un personaje que se identificó como “Opat 35”. Le preguntamos quien era y nos decía que era una especie de computadora de origen extraterrestre que orbita en la Tierra. Cuando apareció ya no entró nadie más en la quija.

-¿Acaparó la comunicación, el canal?

Efectivamente. Aquel “Opat 35” monopolizó el tablero. Cada vez que queríamos experimentar, entraba y no hubo forma de volver a tener otro tipo de interlocutores al otro lado.

¿Y de qué hablaba Opat 35?

Era datos técnicos. A veces nos reuníamos en un edificio de la Avenida de Anaga con algunos astrofísicos presentes. Ellos hacían preguntas técnicas, relativas por ejemplo a distancias entre planetas y estrellas, y Opat 35 respondía a las mismas. A veces había alguna diferencia y Opat 35 se mantenía firme en sus respuestas asegurando que eran nuestros científicos los que estaban equivocados.

¿Conocían ustedes las respuestas?

Claro que no, y tampoco conocíamos previamente las preguntas, eso convertía el tema en algo bastante llamativo.

EN BUSCA DE PRUEBAS OBJETIVAS

Aunque estudió turismo y ha trabajado en el ramo, a lo largo de los años la vida ha llevado a nuestro interlocutor a trabajar de albañil, artesano, pintor, músico…Destila una sólida franqueza y un acusado sentido del humor, y nadie tras hablar con él puede poner en duda su inquisitiva mente y lo pegado que vive a la realidad. Sin duda no parece nadie proclive a creer en cualquier cosa, ni desde luego a alimentar mitos…

-Nos puede contar cómo aquel contacto quija con Opat 35 termina en un encuentro físico con OVNIs en la playa sureña

Fue “sencillo”. Opat 35 tenía la quija bloqueada, acaparaba, y teníamos que sacarle partido al asunto. Así que bueno, todo aquello estaba bien pero nosotros nos plantamos: “queremos una cita, algo, queremos ver”¡ Opat 35 aceptó el reto y nos convocó a un primer encuentro previa cita en la Montaña de Los Campitos, a las doce y media de la noche del 15 de mayo de 1975. Nos dijo que íbamos a ver seis naves y nos permitieron llevar amigos.

¿Seis? Vaya

Van a ver seis naves, nos dijo, algo que nos pareció exagerado y que nos hizo bromear un poco con el asunto. A la hora prevista, mirando hacia Las Palmas vemos tres luces por un lado y dos por el otro, sobre la línea del horizonte. Se fueron aproximando. Hicieron una coreografía, subían, bajaban, se cruzaban…pero solo había cinco. Al día siguiente un amigo llamó a Paco y le dijo que desde su casa había observado una luz detrás y encima de nosotros, en teoría la sexta nave, que nosotros no habíamos visto. Duró horas y fue a cierta distancia pero muy extraño, impresionante Ahí nos pico la curiosidad y quedamos enganchados.

Y de allí al encuentro en La Tejita del 9 de junio…

No fue tan directo. Pasamos por un proceso de preparación. A cualquier hora nos citaban por ahí y no veíamos nada. En los lugares y en las horas más diversas. No veíamos nada pero no era raro que en la prensa apareciera al día siguiente alguna noticia sobre un avistamiento en la zona o las cercanías de donde nos citaban. Hasta en cuatro o cinco ocasiones. Nosotros no veíamos nada, pero otros sí, con lo cual te reconozco que nos íbamos enfadando. De hecho, una de esas citas de preparación había sido en La Tejita, sin ningún resultado después de un trayecto que por entonces era bastante tortuoso.

-Por lo que dice, les pusieron un poco al límite, agotándoles la paciencia.

Al Opat 35 ya lo teníamos un poco cruzado. No queríamos seguir dando vueltas por ahí, ni de noche, ni de día, ni a La Tejita ni a ningún otro lado. Lo queríamos dejar, pero el nivel de comunicación era muy intenso. En poco tiempo empezó de forma recurrente a citarnos nuevamente a La Tejita. Decidimos ir la última vez. Si no veíamos nada, no volveríamos a hacerle caso… ni Tejita ni nada nos haría cambiar de opinión. De hecho fuimos tan relajados, que hasta llegamos tarde, como mínimo 10 minutos….

En cuanto empezamos a bajar a Montaña Roja y vislumbramos la cala vimos un pedazo de barco enorme. Pensamos, <vaya, un barco, otra vez se nos fastidió el tema, nos vamos a ver nada> Bajamos y aparcamos cerca de la arena. Nos estábamos lamentando puesto que pensábamos que habíamos perdido nuevamente el tiempo.

-Los hechos demostrarían que no solo no fue así, sino que incluso ustedes eran capaces de hasta llegar tarde a una potencial cita con extraterrestres¡

-Dentro del coche cogimos el tablero y empezamos. Aquello se disparo y lo primero que nos dice es que llegamos 10 minutos tarde….nos tomamos a broma el asunto, ya que estábamos convencidos que con aquel barco allí no íbamos a ver nada.

El vaso iba tan deprisa e insistía tanto que hasta se llegó a salir del tablero. Empezamos a fijarnos en aquella estructura, el barco, dos focos muy potentes y por encima de la línea de flotación como unas ventanitas minúsculas, con la luz azulada, intermitente. Estaba muy cerca, prácticamente encallado. Miramos con los prismáticos y se veía perfecto.

-Pero ustedes pensaban que era un barco

Así era. Entonces pedimos una señal y cuando el vaso tocó el <si> de forma simultánea se encendió otra luz en el centro del barco, un foco, una luz que apareció y creció. <¿La puedes apagar?>, el vaso toca el <“si”> y aquello se apaga….dudábamos…Una segunda vez <¿la puedes volver a encender?> <Si>, y se volvía encender, <¿la apagas?>, <sí> y se paga.

No hay dos sin tres. La tercera vez toca el “si” y se enciende de nuevo, pero esta vez fue algo diferente. En este caso se encendió un foco, desde el barco se proyectó un foco a la izquierda nuestra,  de media Montaña Roja hacia abajo, a la base, y muy despacio la luz fue barriendo la base de la montaña hasta que se paró en nuestro coche.

¿Qué sucedió entonces, que hicieron? Ya estaba claro que de ser un barco, desde luego no era un barco muy normal

¿Qué hacemos? ¿Salimos?…nos preguntábamos, fue un momento extraño. Salimos del coche. Paco se dio un golpe en la cabeza, perdió las llaves, se le escapó una expresión poco elegante…

Decidimos caminar hacia la orilla…mirábamos con los prismáticos, veíamos las lucecillas. Paco tiró dos fotos. Estuvimos un rato allí pero no bajaba nadie ni pasaba nada más, y encima el tablero que era con lo que nos comunicábamos estaba en el coche, así que regresamos. Ya en el coche y con le barco a la vista empezamos a preguntar pero el vaso empezó a tontear, no decía nada. Hasta que de pronto, en un último intento miro al tablero veo que sigue igual y al levantar la vista ya no había nada, se había esfumado nuestro “barco”. Dimos una vuelta con el coche por allí y no vimos nada, de manera que regresamos a Santa Cruz, muy tranquilos, comentando trivialidades, echando una ojeada al cielo por si aparecía algo.

Por tanto ¿ustedes no tienen en aquel momento indicios de que haya podido ocurrir algo más?

Efectivamente. Paco conduce, me dejan en mi casa y ellos siguen a las suyas. Es al día siguiente cuando al llegar a la agencia me encontré a Paco y a Emilio esperando para preguntarme por la hora a la que me dejaron. Ellos pensaban que faltaba tiempo ya que habían estado haciendo cálculos. Nos pusimos a reconstruir de nuevo todos los pasos y le regalamos tiempo al tiempo. A pesar de que fuimos generosos, nos faltaba una hora o puede que hasta una hora y media. Había un vacío.

Ese es el periodo que se reconstruyó bajo sofronización, especialmente con Paco Padrón, describiendo el interior de una nave y a sus tripulantes mientras le realizaban ciertos exámenes. ¿Usted se sometió a estas sesiones?

Yo estaba en Francia cuando se la realizaron a Paco y en mi caso nunca lo hicimos. Lo intentó Emilio… yo procuré dejarme llevar por la curiosidad que compartíamos y además yo tenía experiencia en facilitar estados de relajación, pero no llegamos nada. Emilio no era ni mucho menos un especialista y corté el tema. En todos estos años nunca lo volví a intentar, por entonces no sentía esa curiosidad, pero quizás hoy lo haría aunque tal vez no resulte fácil.

Entonces usted no comparte recuerdo alguno relacionado con una posible entrada en aquel objeto, nada extraño relacionado con ese tiempo perdido….

Unos meses después en Francia, de repente, en casa, me siento en la cama y me preguntó, <¿pero cuando se pagó la luz?>…fue curioso. Nosotros nos bajamos del coche cuando la luz nos enfocó y luego regresamos al coche pasado un tiempo cuando no pasaba nada, pero ¿Cuándo se apagó el foco? Dos años después, al venir de vacaciones a Tenerife, me vi con Paco y le pregunté por ese momento. Paco, perplejo, no supo qué decirme, sencillamente no recordábamos cuando se apagó el foco.

Paco tomó unas fotos, ¿las recuerda?

Si. Se revelaron al cabo de un tiempo y esas dos fotos que tomó ocupaban el espacio de seis, pero sin separaciones. Era diapositiva infrarroja, pero esa parte, solo esa parte, hubo que tratarla como un negativo normal. Allí veíamos algo que nos recordaba a las dos masas de luz principal, junto con unos recuadros superpuestos, y en el interior una figura principal de un busto, con pelo largo o escafandra. Cuello en pico…y detrás otra figura algo perdida asomando. Tenía unas copias, pero las extravié.

Y de aquí, en poco tiempo a Francia, desvinculado de otros encuentros posteriores en el mismo lugar, ya que para octubre de ese año cuando se lleva  a cabo la llamada Operación 23 usted ya no está

No estuve. Yo seguí con mi vida. Había tenido alguna experiencia anterior, con unos 14 años había visto también una cosa impresionante, y después he tenido algunas más bastante llamativas. En total y hasta día de hoy cerca de una decena.

Se muestra receptivo a intentar una hipnosis guiada por un buen profesional, pero ¿no tiene curiosidad por retomar el contacto con Opat 35?

Sí, claro, pero ¿dónde, cómo, con qué gente? Trabajar con la quija era y es algo complejo, delicado…

Alejado del endiosamiento, quitándole hierro al asunto, humanizando su experiencia y llenando con explicaciones sencillas y bastante triviales las lagunas que su ausencia habían generado…así se nos ha presentado Suso Santos. Cuatro décadas después éste es el relato del testigo perdido, el tercer hombre de aquel inusual encuentro con lo desconocido. “9 de junio de 1975, 23:30 H. Playa de La Tejita”

José Gregorio González

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