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El próximo mes de septiembre nuestro compañero en Crónicas de San Borondón, Fernando Hernández, compartirá por primera vez en Canarias un retiro de fin de semana de reencuentro con la tradición sagrada de los antiguos canarios, los guanches, la población indígena que pobló durante milenios nuestro archipiélago antes de nuevas armas y formas de comprender el mundo  comenzarán a ganarle el territorio a partir del siglo XIV. Hernández lleva más de una veintena de años divulgando algo con lo que creció, una visión de los antiguos que presta especial atención a su vertiente espiritual, mayoritariamente desatendida cuando no menospreciada. Los guanches y sus descendientes supieron ser discretos con esa faceta ante el nuevo poder, como mecanismo efectivo para preservarla. Fernando Hernández, que publicó en 2010 la novela “Taucho, la memoria de los antiguos” retoma el legado, el testigo de esa tradición para ponerla en valor y plantearnos qué nos puede aportar en el mundo actual. Con vista a la actividad del próximo mes de septiembre hablamos con él.

 

-En general, al menos en buena parte de la época de vigencia de la arqueología en Canarias, hemos vivido algo de espaldas a la espiritualidad y religión guanche. Apenas se indagó en la profundidad de las mismas, o como mucho, se recopilaron datos de forma anecdótica… ¿esto ha cambiado dentro de la arqueología?

Si, afortunadamente, para los estudios de las antiguas poblaciones de las islas, este panorama en el desconocimiento en general y de la espiritualidad en particular ha cambiado, gracias a las nuevas generaciones de investigadores y arqueólogos que no tienen ningún tipo de prejuicios a la hora de indagar en profundidad, sobre aspectos que hace apenas veinte años eran impensables.

Este paradigma arranca desde prácticamente el inicio del proceso de conquista de las islas. Para los castellanos, las poblaciones nativas que encuentra a su llegada, no merecen una consideración en lo que concierne a los distintos aspectos de su sociedad. Más allá de cómo bien dices, recoger aspectos anecdóticos o aquellos que llamaban su atención bien por parecerles bárbaras o por que en cierta manera veían semejanzas con su cultura.

Posteriormente, llegaron los intentos de Fray Alonso de Espinosa en su “Historia de Nuestra Señora de Candelaria” y del doctor Juan Bethencourt Alfonso con su obra en tres volúmenes “Historia del pueblo guanche”, que fueron los únicos que abordaron el conocimiento cultural de las antiguas sociedades indígenas de Tenerife, desde la perspectiva del “vencido”.  Las distintas obras que refieren la historia nativa de las islas en general y Tenerife en particular, son “copias” de los trabajos que realizaron los copistas que arribaron con los conquistadores en el siglo XV.

Como decía antes, afortunadamente este panorama ha cambiado en los últimos 15 años y como ejemplo se puede citar los trabajos realizados en los yacimientos arqueológicos de Risco Caído y de La Fortaleza en Gran Canaria donde la perspectiva de una profunda espiritualidad en la monumentalidad de estos lugares sagrados, está muy presente.

-Hoy contamos con un mapa más completo del mundo de sus creencias, prácticas espirituales, cosmogonía…¿cómo se compone o completa ese puzle, es decir, de dónde sale la información para recomponer la historia espiritual de los antiguos?

Indudablemente de la oralidad de las personas mayores de nuestros pueblos. En mi experiencia durante años en la recopilación de esa oralidad que todavía pervive en la memoria de nuestros abuelos y abuelas -en muchos casos sin saber que atesoran un conocimiento de nuestro pasado nativo- he podido constatar que ni el proceso traumático de la conquista de la isla ni posteriormente los estamentos oficiales como la iglesia, pudieron acabar con aspectos de nuestra cultura más ancestral.

En Canarias, la tradición oral ha sido denostada por las instituciones académicas como fuente de información, algo que es parte fundamental en otros países a la hora de emprender las investigaciones de su pasado histórico. Personalmente he podido escuchar de boca de académicos que se supone que intentan desentrañar nuestro pasado, “que la tradición oral en Canarias solo era cuentos de viejos borrachos y mentirosos”. Con semejante panorama, es difícil abordar y profundizar sobre nuestro pasado más ancestral.

En una conversación en estos días pasados con mi buen amiga Tassadit Yacine, prestigiosa y reconocida antropóloga argelina, quien ha puesto de relieve la importancia de la oralidad con sus numerosos trabajos para ahondar en el conocimiento de las antiguas poblaciones bereberes,  me comentaba a tenor de este asunto que mientras en Canarias no utilizáramos esta valiosa herramienta de estudio, las investigaciones siempre estarían parcializadas por los prejuicios; y no le falta razón…

Y es esta riquísima fuente de información, donde he podido recoger y participar en muchas ocasiones, de esa desconocida dimensión de la espiritualidad más ancestral de esta tierra; la que a pesar de los castigos e imposiciones hasta épocas más o menos recientes, sobrevivió la raíz, en ese concepto que los viejos del sur llamaron Taucho…

-¿Siguen vivas esas ceremonias y creencias en algún punto de Canarias o el Continente?

Siguen vivas. La continuidad en los ritos ancestrales y particularmente aquellos que tenían que ver con los ritos propiciatorios para la subsistencia familiar –ganado, agricultura etc.., fueron los pilares que favorecieron la conservación de muchos de estos rituales de forma cautelosa. La iglesia, a través de sus distintas ordenes monásticas en la isla y en especial la orden dominica, facilitaron en cierta manera con su represión, que las poblaciones nativas después de la conquista y sus descendientes a posteriori, fueran en muchos casos discretos en cuanto a la realización de los rituales, llegando incluso a cierto sincretismo para ocultar la práctica y evitar denuncias ante el Santo Oficio. El ejemplo más palpable de ese sincretismo, es la Virgen de Candelaria y su peregrinación cada 15 de agosto a la hoy Villa Mariana como parte de los cultos a la renovación de los fuegos y del Beñesmet; una festividad, que dentro del marco del calendario católico, tendría que celebrarse el 2 de febrero. En mi caso en particular, desde temprana edad, asisto a estas ceremonias y rituales que a día de hoy, sigo compartiendo con amistades que buscan reencontrarse con su ancestral herencia espiritual.

-Viendo ese mapa o nuevo escenario, cuesta imaginar que nos hayamos sentido fascinado por la cosmogonía de otros pueblos, su chamanismo, ceremonias sanadoras, técnicas de meditación y trascendencia, y sin embargo ignorásemos lo que tenemos aquí…

Las canarias y canarios sienten esa natural predisposición a todo aquello que vibre con el misterio, la magia los ritos… Siempre he dicho que esto es debido a esa atávica memoria que cada uno de nosotros guardamos de nuestra herencia nativa. También la mal llamada globalización, aquella que nos desposee de nuestra individualidad, ha favorecido el conocimiento –aunque en la mayoría de los casos, no sea conocimiento sino “colección” de momentos- sobre la espiritualidad de otras culturas, favorecidas por el auge de los movimientos “Nueva Era” que distorsionan incluso la esencia de las mismas ante la demanda de “búsqueda”, en detrimento del conocimiento  de aquello que nos pertenece desde nuestra raíz.

Hace 45 años, la gran mayoría de canarios o canarias, no habrían decirte en qué se basaba la filosofía Budista, Tolteca o en qué elementos se articulan terapias como el Reiki o el Yoga, pues eran elementos totalmente desconocidos; sin embargo, te hubieran dicho sin equivocación donde te podrían haber curado una “culebrilla”, te hubieran “sacado el sol” o te habrían curado un “maleficio” con un santiguado. Y aunque todas las prácticas anteriormente citadas no tengan un componente de suntuosidad frente a las de otras culturas, especialmente si usas la comparación junto al desdén por lo propio, nunca conocerás la esencia de las que nacen tales prácticas. Personalmente siempre he creído que a los canarios nos han tratado de hacer sentir ese desprecio, de fortalecerlo, hacia lo que verdaderamente somos. Tu cultura ancestral no es mejor ni peor que otras culturas ancestrales; simplemente es la tuya… El conocimiento de otras realidades culturales es en la mayoría de los casos enriquecedor, pero siempre con la solidez de que vibras con la tuya propia.

-El hombre del siglo XXI de Canarias o que sienta Canarias, ¿está a tiempo de conectar con esa herencia espiritual ancestral de tu territorio? En otras culturas es válido, sigue vigente y la gente lo hace, pero aquí no hemos tenido continuidad, hemos tenido un “apagón” de siglos?

Aquí, aunque de manera lenta, se está dando un despertar de esa herencia espiritual. Y en ello tendrá una parte fundamental la mujer de esta tierra; las primeras disposiciones tras la conquista fue la de represaliar a la mujer o en algunos casos adoctrinarla por métodos expeditivos; la mujer en nuestra cultura ancestral, es dadora de vida, transmisora de la herencia, de la lengua y la espiritualidad. Por ello la iglesia en los primeros años de la conquista, las margina, las acusa de brujas y los lugares sagrados donde realizaban sus rituales son tachados de malditos. Y si, ese “apagón” posiblemente fue necesario para salvaguardar la esencia de las creencias ancestrales, aunque manteniendo una pequeña luz para que no se perdiera en las brumas del tiempo.

La tradición oral habla de un cambio de ciclo con la llegada de los gauripas (hijos de la cólera) y el cierre en su momento de los espacios sagrados, hasta que los hijos de los hijos de esta tierra, recuperaran la memoria y volviera a fortalecer las raíces.

Creo que estamos en ese tiempo…

-¿Tomar contacto con esa herencia espiritual implica o requiere tener un sentimiento nacionalista, independentista u otros “istas”?

¡Para nada! Y quien así lo crea, está mal encaminado… Es verdad que hay quien cree tener el monopolio de la palabra “guanche”… Incluso del gofio, pero eso solo existe en sus distorsionados pensamientos y en su equivocada intencionalidad.

Trabajemos en buscar la esencia de nuestra ancestralidad, más allá de las manifestaciones folcloristas. Como dicen los viejos, “no hay que buscar las huellas de los antiguos,  busca lo que ellos buscaron”…Y ya se sabe, las formas distorsionan la esencia…

-Los lugares sagrados, mágicos, aquellos en los que se contacta con las deidades, ¿siguen ahí, activos, receptivos a que sintonicemos con ellos?

Una pregunta interesante. Como comente anteriormente, los espacios se cerraron, aunque manteniendo una pequeña porción de su capacidad para seguir siendo utilizados. Hoy muchos de estos recintos, se han “aperturado” con las palabras “adecuadas” para servir en el propósito de recuperar la espiritualidad ancestral de esta tierra.

Si nos fijamos, muchos han vuelto a manifestar su poder de convocatoria como antaño; Sirva de ejemplo Risco Caído, como espacio con mayor visibilidad…

-Para septiembre, por vez primera, propones compartir algo con la gente que quiera acompañarte en el Manantial de Tara durante el fin de semana, ¿de qué se trata?

Queremos abrir en intencionalidad, con la ceremonia del Tanemú, un espacio donde recuperar la determinación de la espiritualidad ancestral con un resultado sanador.

Tanemú es parte de otras ceremonias que buscan equilibrar las energías que necesitamos para alejar de nosotros la enfermedad. Podríamos denominarla sanación de raíz, cuya finalidad es alinear un número significativo en las creencias de los Guaxit como es el tres, pues componen las  partes de los mundos sutiles en que se articula las convicciones del maxio (espíritu); intencionalidad, palabra y determinación.

Un ceremonia muy emotiva, donde estarán presentes la memoria, vibración y el fuego ancestral de esta tierra, en esos dos días de convivencia en el espacio Manantial de Tara.

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