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Pocos elementos de la prehistoria de las islas Canarias resultan tan evocadores e intrigantes como el de sus momias. Inevitablemente evocan creencias trascendentes y refinadas prácticas relacionadas con la convicción de que se podía sobrevivir a la muerte, pero aparecen en medio de una cultura cuyo notable grado de desarrollo y estructuración social contrastan con los escasos recursos materiales de los que disponían. ¿Qué sabemos de las momias guanches? A la luz de la ciencia, ¿es riguroso vincularlas a las momias egipcias? ¿Suponemos sus puntos en común una prueba de origen egipcio de las poblaciones indígenas de Canarias? Las egiptólogas Milagros Álvarez e Irene Morfini recurren a todas las fuentes e investigaciones existentes ofreciendo todas las respuestas en un libro relevador.

Lo primero que sorprende de un trabajo como “Tierras de Momias. La técnica de eternizar en Canarias y Egipto” es que nadie, hasta la fecha, abordarse su ejecución. Simplemente es desconcertante, dado que estamos ante un asunto que desde antaño ha intrigado a propios y extraños, desatando pasiones y generando airados debates; un tema que a lo largo del tiempo ha sido usado como caballo de batalla con el que revalorizar la cultura indígena de las islas, o por el contrario, que ha sido casi trivializado desde el extremo de aquellos que bajo ningún concepto quieren dar combustible a las lecturas más heterodoxas o abiertas del pasado de las islas Canarias. Un pasado que guste o no, mantiene vivos algunos de sus principales interrogantes. La procedencia exacta de las poblaciones que colonizaron las islas, la secuencia cronológica de esa arribada, los contactos que pudieron mantener con otros pueblos como fenicios o romanos o el conocimiento que pudieron tener de la navegación olvidado para cuando los castellanos tomaron contacto con ellos a partir del siglo XIV, son apenas algunos de esos interrogantes. Ha pasado mucho tiempo, sin duda, pero el momento de arrojar una luz bastante definitiva sobre las momias canarias parece haber llegado. Y lo hace de la manos de las egiptólogas Milagros Álvarez e Irene Morfini, canaria e italiana respectivamente. Ambas son responsables de la Misión Arqueológica Canaria-Toscana (MIN PROJECT) que, en cooperación con el Ministerio de Antigüedades excava el complejo funerario de Min (TT 109), labor que no les ha impedido contemplar en detalle el enigma de las momias canarias. Su libro es una joya, así como un meritorio y clarificador ejercicio de síntesis del saber actual sobre la cuestión, escrito con un lenguaje divulgativo cercano que en absoluta hipoteca la precisión de la información aportada. Y para mayor gloria, cuenta con ilustraciones únicas, algunas de ellas nunca publicadas y otras encargadas por las autoras para facilitar la visualización de los procesos de mirlado y momificación. A nuestro juicio, un libro imprescindible que no habría sido posible con esa calidad y presencia sin la implicación comprometida de la editorial canaria Ediciones ad Aegyptum ( www.edicionesadaegyptum ) así como de diversas entidades y empresas como es el caso del Gobierno de Canarias, Cabildo de la Palma, Museos de Tenerife, el ayuntamiento de Los Llanos de Aridane y la Fundación Pedro Modesto Campos de Cajasiete. Hablamos para Enigmas con la historia canaria y egiptóloga Milagros Álvarez.

-¿Por qué un libro sobre momias canarias y momias egipcias?

Porque el proceso de momificación en Canarias, que es mejor denominarlo “mirlado”, es uno de los aspectos más interesantes de la cultura funeraria de los aborígenes canarios y es absolutamente desconocido para el gran público. El por qué trato en paralelo el tema de las momias egipcias es simplemente porque todo el mundo relaciona cualquier momia a las egipcias, y las canarias no han “escapado” a esta opinión. Esto es algo erróneo, porque existen otros lugares en el planeta donde también se momificaba. Sin embargo, hay algo comprensible que ha llevado a relacionarlas, y es que los antiguos canarios vinieron de África…

-¿Se diría, siendo historiadora canaria y siendo egiptóloga, que pocas personas mejor que usted para escribirlo?

Tengo que ser honesta y decir que sabía del proceso de momificación egipcio pero que el ritual canario casi lo desconocía. Sin embargo, el hecho de haberme formado en la carrera de Historia en la Universidad de la Laguna ya me daba un bagaje, pues conocía las fuentes y la metodología para llevar a cabo este estudio.  En algún momento me he tropezado con la opinión de que como soy canaria y egiptóloga pues sería de la opinión que nuestras momias eran egipcias si o si… Este tema no es tan fácil de tratar y desde el principio he sido neutral, ciñéndome a las evidencias y tratando el tema con el mayor rigor científico. Al final decidí escribir el libro en forma de manual, con los dos procesos de momificación en paralelo para que sea el propio lector el que saque sus conclusiones. 

-¿Se ha hecho en Canarias un buen trabajo con las momias a lo largo de la historia, es decir, se conocen bien?

Conocer no las conocemos bien, pero trabajos de carácter científico existen y actividad investigadora sobre el tema ha sido realizada por investigadores del “Proyecto Cronos”  y por miembros docentes de las Universidades de las Islas. Los canarios las han oído nombrar, saben que los antiguos canarios practicaban un ritual para momificar los cuerpos pero desconocen en que consistía. Sin embargo, hay algo que me llama la atención, y es que muchas veces el turista viene a Canarias con ganas de conocer este tema, buscando nuestras momias y dándoles un valor que tal vez nosotros no hemos sabido darles todavía. Antes de escribir este libro recuerdo que muchas veces  personas interesadas en las islas me preguntaban sobre ello y yo era incapaz de contestar con precisión a sus preguntas. De ahí que también pensara en una publicación divulgativa que llegara al gran público.

-¿Ha consultado todas las fuentes e investigación que existe sobre los cuerpos mirlados?

Si, y para ello he cruzado el umbral de las fuentes literarias. A lo largo del tiempo, muchos de los que se han ocupado de este ritual en Canarias han basado sus estudios principalmente en las fuentes escritas por cronistas, viajeros o historiadores, limitándose en la mayoría de los casos a transcribirlas literalmente sin el más mínimo examen crítico. En mi libro lo que pretendo es que mediante la recopilación, el análisis y la interpretación de los datos dispersos en diferentes fuentes, junto con la información aportada por la arqueología, la bioantropología, la conservación y otras disciplinas afines, efectuar un acercamiento multidisciplinar no sólo a la técnica de la momificación sino también a los «usos» y «destinos» que tuvieron las momias canarias… un aspecto que sorprenderá.

-Después de ese trabajo, ¿tenemos bien claro cómo momificaban en Canarias?, es decir, la técnica usada, sus posibles variantes, etc…

Aunque sí podemos trazar a grandes rasgos como fue la práctica de este ritual, no creo que podamos afirmar con total precisión cual fue la técnica usada. Sabemos que en Gran Canaria el ritual fue diferente al practicado en Tenerife, y los resultados son fácilmente apreciables. Probablemente con el tiempo esta técnica varió, tal vez unos grupos de “embalsamadores” se esmeraron más que otros e incluso pudieron experimentar y buscar  mejorar los resultados… Para resolver todas estas dudas se necesitan más estudios.

¿Pero podemos afirmar que hay diferencias sustanciales entre las momias de cada isla, por ejemplo entre las de Gran Canaria y la de Tenerife?

Sí. Los estudios realizados a momias de Tenerife y Gran Canaria confirman el proceso de tratamiento del cuerpo del que dan cuenta las fuentes literarias, sin embargo, también han permitido observar que las técnicas de mirlado descritas para Tenerife y Gran Canaria son similares, pero no idénticas.  A simple vista si observamos una momia de Gran Canaria nos sorprendería principalmente el aspecto exterior, el fardo funerario. Existe una momia en el Museo Canario de Las Palmas que está envuelta en doce capas de piel, sujetas con cintas de cuero. Además, éstas también podían contar con una mortaja de tejidos vegetales como la palma o el junco. Una momia guanche, en cambio, no nos llamaría tanto la atención por su aspecto externo sino por la buena conservación de sus tejidos si la comparamos con las de Gran Canaria. Estas diferencias podrían estar relacionadas con el nivel de evolución o adaptación al medio de los diferentes grupos humanos que llegaron a las islas, aunque no hay que descartar una explicación más sencilla: que los diferentes cronistas hiciesen referencia a procesos de mirlado efectuados en épocas también diversas o se hubiera practicado este ritual de diferente manera según la isla.

-¿Y los motivos trascendentes por los que lo hacían?, ¿realmente se pueden deducir o no sabemos nada sobre ellos? Cabe pensar que al menos creían en una vida más allá de la muerte y en la necesidad de preservar el cuerpo para ella.

Respecto a las creencias que debieron sustentar la momificación entre los indígenas canarios, resulta difícil aproximarnos con exactitud a los aspectos que la definieron.  Aunque el mundo de la muerte ocupa un aspecto muy destacado en el mundo religioso de las antiguas culturas canarias, en la mayoría de las ocasiones sólo conocemos de ella su aspecto material, conservado en los enterramientos.

La compilación de información, por parte de los primeros historiadores insulares, de las costumbres y creencias religiosas de los indígenas no debió de ser sencilla. Al parecer, éstos evitaban la difusión de ciertos aspectos de su cultura como mecanismo de defensa. Sin textos escritos por los indígenas canarios, que sí disponemos para la cultura egipcia, resulta una tarea casi imposible conocer el verdadero significado de la momificación. Solo podemos, en mi opinión, formular hipótesis.

-Sabemos que en Canarias no todos los individuos de la sociedad eran sometidos al ritual de la momificación, ¿a qué piensa que es debido? Sería factible pensar, a partir de esa evidencia, ¿que sólo tendrían una existencia en el más allá los mirlados?

Efectivamente, la práctica del mirlado o momificación no se aplicó de forma general para toda la población, como así lo evidencian muchos de los restos humanos hallados carentes de tratamiento para su conservación. Al igual que en la cultura egipcia, el ritual tendría un coste que probablemente solo podría el status social más alto: los individuos que poseían ganado. Esto explica cómo no todos los individuos podían ser enterrados con un rico fardo funerario que se compusiese de varias capas de pieles. En mi opinión relacionar cuerpo mirlado con individuo con derecho a una segunda existencia, es  una afirmación errónea.  Las creencias religiosas formarían parte de la vida de todos los canarios antiguos, la riqueza  o no del enterramiento no abriría “las puertas” del Mas Allá a unos y se las cerraría a otros.  El mundo religioso de los aborígenes canarios está lleno de interrogantes y, en su extensión, las creencias que debieron sustentar esta práctica.

-Entre esos interrogantes se encuentra el de clarificar si la momificación estaba presente en todas las islas, ya que este asunto tampoco esta claro. Es un aspecto interesante sí consideramos que aunque tengan un tronco común, la población de cada isla parece tener rasgos distintivos.

La investigación en el campo de estudio de la momificación ha permitido conocer esta práctica como un ritual desarrollado por los guanches de Tenerife y los canarios de Gran Canaria. Sin embargo, en otras islas encontramos evidencias también. En La Palma se han encontrado restos de momificación en la necrópolis del barranco del Espigón, en Puntallana y en la Cueva de los Guinchos de Breña Alta, y resulta claro que los difuntos eran sometidos a algún tipo de tratamiento, el cual incluiría un envoltorio de pieles cosidas y atadas con cuerdas vegetales. En las islas occidentales de El Hierro y La Gomera, sólo se han conservado algunos restos con tejidos blandos, cuya preservación pudo ser casual a consecuencia de las condiciones naturales favorables de las cuevas. Para algunos investigadores las únicas excepciones a las prácticas de la momificación pudieron ser Lanzarote y Fuerteventura, aunque para otros este ritual habría que estudiarlo con mayor profundidad, ya que son muy pocos los yacimientos excavados.

-Cuando se habla de momias en Canarias siempre, casi de forma inevitable, se lanzan puentes para conectarlas con las de Egipto. Desde su punto de vista, ¿hay argumentos para ello?

Yo no me lanzaría directamente a realizar esta conexión. Es verdad que ambas culturas compartieron territorio en el continente africano, por lo que pudieron existir contactos. En mi opinión, estas teorías que “miran” a Egipto parecen tener un dato a su favor: la momificación se siguió practicando en Egipto hasta el siglo IV d.C, por lo que existe contemporaneidad entre las últimas prácticas de momificación en Egipto y la llegada de grupos de población a Canarias que, en territorio africano, estaban cercanas “territorialmente” a las costumbres de Egipto.

-Aceptar esa conexión, puntual a través de las dinastías libias, tampoco tendría que ser un problema, sin embargo, ha existido un exceso de celo por parte de los prehistoriadores canarios, un esfuerzo por negar esa conexión posiblemente por no alimentar especulaciones. ¿Está de acuerdo?¿Es hora de superar esas posturas?

La posible procedencia egipcia de la momificación canaria ha generado todo tipo de opiniones, pero existen investigadores en las islas dentro del marco de las Universidades que plantean el “parecido” del mirlado en Canarias con las técnicas de los antiguos egipcios, por la vinculación de los antiguos canarios con sus ancestros los libio-bereberes del norte de África. Esta hipótesis resulta plausible barajarla como otras que desestiman una conexión entre ambas culturas. Sin embargo, en mi opinión, es un campo que necesita ser estudiado más en profundidad dando un “salto más atrevido” a África.

-¿En qué se parecen y en qué se diferencian las momias egipcias de los cuerpos mirlados?

Si intentamos rastrear las similitudes y diferencias entre ambos rituales, podemos apreciar en primer lugar, que los procedimientos de momificación no fueron idénticos. Respecto a la técnica utilizada, la empleada por los aborígenes canarios no es tan parecida a la aplicada por los antiguos egipcios, pues hay que tener en cuenta que no disponían de los mismos materiales por la especial situación geográfica de las islas. En Egipto el ritual parece estar destinado a todo aquel que pudiera pagarlo, mientras en Canarias estamos ante un rito que debemos leerlo en clave de prestigio.

En las relaciones de comparación que podemos establecer entre ambos ritos hay, sin embargo, dos aspectos que resultan destacables. En primer lugar, la existencia en ambas culturas de un grupo exclusivo dedicado a manipular los cadáveres, y en segundo lugar, el tabú de contacto con las personas encargadas de la conservación de los cadáveres, con quienes no se establecía relación alguna para no ser contaminados con la impureza derivada de dichas labores. Ambas culturas, la canaria y egipcia coinciden en el temor a la contaminación por el contacto con los muertos.

-Una de las aportaciones más llamativas y espectaculares del libro está en el hecho de que usted accedió a los estudios de la mítica momia guanche de Cambridge, un ejemplar único por muchos motivos y con una técnica muy especial que, curiosamente, la pone en relación con algunas momias egipcias.

La momia canaria de Cambridge ha sido sometida a estudio con antiguos y métodos modernos que han dado unos resultados asombrosos. El cuerpo de este individuo presenta incisiones distribuidas entre la espalda, nalgas, muslos y piernas a través de las cuales se llevó a cabo el relleno del cuerpo, algo que probablemente se hizo para darle un aspecto más natural al cuerpo o como medida para conservarlo mejor, no lo sabemos. Esta técnica, que por cierto no aparece nombrada en las fuentes literarias, es excepcional no sólo por la complejidad que entraña sino también por las similitudes que podemos establecer con el proceso de momificación practicado en Egipto durante de la Dinastía XXI. Para diferentes investigadores extranjeros ésta ha sido la prueba irrefutable que permite vincular la momificación canaria a la egipcia. Un estudio realizado en Inglaterra en los años 90, que consistió en someter a la momia a un TAC y pruebas con Carbono-14, revelaron que la momia canaria de Cambridge tenía una antigüedad de 650 años, por lo que su datación sería a mediados del siglo XIV. Entre ésta y una momia egipcia de la Dinastía XXI  habría, por tanto, una diferencia de unos 2200 años. Aunque resulta sorprendente, habría que preguntarse si este tratamiento revela otra fase de un proceso de momificación que debió aplicarse en algunos cuerpos, quizás en un periodo concreto, y del que sólo este ejemplar nos sirve como testimonio.

-A su juicio, ¿qué nos falta por saber?, ¿por donde podemos caminar para ahondar más en el estudio de las momias canarias?

Por conocer nos falta mucho todavía y la investigación plantea muchas dificultades. Yo creo que la mayoría de investigadores estarán de acuerdo conmigo en que principalmente lo que faltan son momias, y encontrarlas claro está en un contexto arqueológico que nos permita conocer las características del enterramiento del que proceden. A ello habría que añadir el problema del estado de conservación que presentan los restos humanos en Canarias. Los cadáveres de los antiguos canarios que han llegado hasta nosotros lo han hecho, en un porcentaje muy alto, esqueletizados o con conservación parcial de los tejidos blandos…Ante esto, el campo de investigación está en la bioantropología y la conservación, dado que las técnicas avanzadas de hoy pueden dar mucha información que hace años era impensable. Para ello, los especialistas necesitan apoyo institucional para avanzar en la investigación puesto que de lo contrario seguiremos durante décadas repitiendo lo mismo que sabemos hoy. Si nuestro ritual de momificación presenta unas características singulares que lo hace único, como así lo creo… ¡merece su lugar en la Historia! Esta última frase la dice la historiadora canaria no la egiptóloga (risas).

 

José Gregorio González

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