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A mediados de los años ochenta del siglo pasado el uso de pirámides a escala de la Gran Pirámide, realizadas con diferentes materiales y orientadas con precisión a los puntos cardinales, se convirtió en un tema de experimentación que rozaba lo cotidiano para muchas personas. El sistema era tan sencillo y los requerimientos tan domésticos, que experimentar estaba al alcance de cualquiera. Apenas unos recipientes con semillas, por ejemplo, y una pirámide de cartulina o madera…y algo de paciencia. Personalmente realizamos estos experimentos y comprobamos que las semillas germinaban muchos más rápido y fuertes cuando eran sometidas a la “energía” piramidal. Sin saber muy bien lo que era, personalmente verificamos que dentro de esas pequeñas pirámides, ocurría algo inusual y palpable. Realizamos nuestro experimentos con diferentes tipos de semilla, y junto a recipientes de control sobre los que no se colocaba nada, usábamos otros con estructuras cuadradas, rectangulares y redondas, ante la posibilidad de que el “alimento extra” que parecían recibir las semillas piramidales realmente fuera calor, humedad, protección o cualquier otro factor derivado de cubrir parcialmente el recipiente con algo. También realizamos nuestros ensayos con agua que previamente había sido expuesta a los invisibles efectos de las pirámides….las semillas regadas con ese agua reproducían el mismo comportamiento de mayor rapidez en su crecimiento y fortaleza aparente.

¿Qué demonios pasaba con esas pirámides tan simples? Una vez experimenté con lonchas de jamón. No eran tiempos en los que jugar con la comida fuese admisible, al menos en mi hogar, pero me tiraba más la curiosidad por saber si la pirámide desecaba, que el apetito por el jugoso jamón de lata. Efectivamente, las lonchas se secaban, se curtían más bien, sin que las moscas se interesaban por ellas cuando estaban bajo la pirámide. Las que estaban fuera o bajo otras formas geométricas, siguieron la suerte esperada: mosquerío y deterioro.

Personalmente no experimente con los efectos relajantes ni con los vigorizantes. Apenas una experiencia con la evolución de una herida, de una costra que en apariencia se resolvió en menos tiempo y con mayor limpieza, aunque en ese caso sin nada con lo que comparar, es decir, bastante anecdótico y subjetivo. No obstante, en aquella época escuché absolutamente de todo: gente que había logrado distanciar de manera espectacular sus migrañas, que conciliaban el sueño tras años de insomnio crónico, que recuperaban mayor movilidad en sus articulaciones doloridas…Hablar de esto hoy es políticamente incorrecto, puede ser usado para descalificarte y restarte el respeto o crédito que puedas tener, te pueden montar una campañita mediática acusándote de vendedor de crecepelos, misterios o peligroso promotor de pseudoterapias…En fin, esa es la moda actual, el entretenimiento de algunos y el camino a la notoriedad anhelada de otros. Sin embargo, yo viví aquello en aquellos años y, por fortuna, todo esto puede ser reproducido por cualquiera con mejores medios y técnicas para registrar los resultados. ¿Quién se anima?

Andrés, el de las pirámides…

Hace unos dos años me reencontré de nuevo con este temas a través de Andrés Rodríguez, artesano al que un buen día las pirámides y sus potenciales efectos salieron a su encuentro para cambiarle la vida y, por lo que cuenta él y cuentan sobre él, la de otras muchas personas. Leyó todo lo habido y por haber, la literatura clásica sobre el tema y las cosas que en las tres últimas décadas se han seguido haciendo. Andrés es un tipo entusiasta y sencillo, que te cuenta con franqueza lo que ha vivido con las pirámides. No espera ni se esfuerza en que le crean, simplemente cuenta sus vivencias con la idea de que puedan ayudar a otras personas. Fabrica sus pirámides, y como todo artesano, parte de quien es sin duda queda en cada estructura. Hace unos días me decía que también pasa a formar parte de la pirámide la “intención” que domina en su mente, manos y corazón cuando está trabajando en una pirámide con un fin definido. A mi, en el lenguaje moderno y tecnológico, me hace pensar en la “programación”, en el software que requiere el hardware -en este caso la pirámide física- para conseguir el objetivo deseado en un equipamiento informático.

Andrés lleva una década trabajando con las pirámides y ha pasado por la radio varias veces, por Crónicas de San Borondón. De forma directa he conocido a un puñado de personas que han probado sus pirámides con asombrosos resultados, tan llamativos que a veces cuesta creerlo, pero eso me han contado los propios beneficiarios de sus efectos. No les he realizado un seguimiento en el tiempo para conocer lo sólidos que pueden ser dichos efectos, así que podemos decir que eso está por verificar. Sin embargo, estoy convencido que no debería despreciarse este tema y sí considerarlo como un apoyo en determinadas situaciones. Usar pirámides es un tema de libre elección y que jamás, en temas de salud, debe ser un sustituto de un tratamiento médico. Las pirámides energéticas son consideradas como algo parecido a un armonizador, que aporta o resta aquí o allá en función de los desequilibrios energéticos que presenta quien las usa. Tengo claro que eso de “energía” es algo ambiguo, pero no tenemos otro término para referiros al “agente” que por razones que aún no comprendemos desde la ciencia, actúa cuando usamos pirámides a escala. La experiencia nos muestra que funcionan, aunque no sabemos cómo. Y la sugestión no es la respuesta. Al menos no con semillas, ni con carne y alimentos…

Dentro de unas semanas Andrés Rodríguez, responsable de www.piramiandres.com, pondrá en marcha un taller práctico para experimentar con las pirámides. Una oportunidad para vivenciar directamente lo que es su día a día en La Casa de las Ilusiones, ese santuario de pirámides en el que vive en el municipio tinerfeño de Los Realejos. El taller lo impartirá en Santa Cruz y será una excelente ocasión para el reencuentro y para el descubrimiento de las singularidades y desafíos que nos plantean las pirámides. No estará solo, pues le acompañará una veterana de las terapias complementarias y energética, Ángeles Martínez. Puedes obtener más datos directamente de sus promotores en este enlace https://piramiandres.com/taller-piramides-energeticas-2/

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